Nuestro foco está puesto en la seguridad y calidad para nuestros clientes, además de ser conscientes con el medio ambiente, por ello trabajamos nuevamente por esta certificación a pesar de no ser obligatoria.
La temporada 2023 de la mitilicultura ya está en marcha y con ello St Andrews, el mayor productor de mejillón del país y principal exportador del mundo, comenzó la renovación de sus certificaciones sustentables. Una de las más importantes es la que otorga el Aquaculture Stewardship Council, o más conocida como el sello ASC, que garantiza que los choritos de St Andrews se han producido de forma responsable desde el cultivo hasta la producción final. En este caso, la certificación estará vigente desde noviembre del 2022 hasta finales del 2025.
Además de la ASC, los mejillones producidos por St. Andrews cuentan con otros sellos, como el Best Aquaculture Practices (BAP), el Friends Of the Sea (FOS) y la certificación de producto Orgánico de la Organización Internacional Agropecuaria.
Otras acciones sustentables
St Andrews tiene tanto sus centros de cultivo como sus plantas en la Región de Los Lagos, mayoritariamente en Chiloé, y por ello, desde sus inicios han impulsado la reducción de la contaminación que se pueda generar en la zona. En ese sentido, Ovalle señala que “siempre queremos ir un paso más allá, nos preocupa el entorno principalmente de la zona donde estamos operando, por ello generamos diferentes iniciativas, aunque no haya impacto en nuestra gestión, por ejemplo, operativos de limpieza de playas para que estén libres de residuos”.
En la misma línea, la mitilicultora está buscando nuevas alternativas para el tratamiento de desechos, como las conchas de los mejillones. “Tenemos un gran desafío: hacernos cargo de esos desechos orgánicos. Actualmente los trasladamos fuera de la Isla de Chiloé, lo que implica un gran impacto en la huella de carbono por concepto de movilización. Estamos trabajando en alternativas”, indicó el ejecutivo de St. Andrews.
Además, ya trabajan en reducir el uso de agua dulce de los distintos procesos. En cuanto a su huella de carbono, la del chorito de St. Andrews es hasta 20 veces más baja que otras proteínas, llegando a solo 1,42 kg de CO2 por cada kilo de mejillón producido. Pedro Ovalle, señala que, “nuestro producto es un alimento natural y orgánico, por lo que tenemos que ser consecuentes y seguir esa línea, ya sea en los centros de cultivo, plantas de proceso y a nivel comercial, con nuestras certificaciones”.