Un equipo de investigadores realizó diversos experimentos con peces de ambas zonas. Los resultados preliminares arrojaron que su sistema inmunológico presenta problemas ante nuevas condiciones medioambientales (Centro Ideal). ¿De qué...
Un equipo de investigadores realizó diversos experimentos con peces de ambas zonas. Los resultados preliminares arrojaron que su sistema inmunológico presenta problemas ante nuevas condiciones medioambientales (Centro Ideal).
¿De qué forma el cambio climático podría afectar los ecosistemas marinos de la Región de Magallanes y la Antártica Chilena? ¿Qué ocurriría allí con los peces nativos de la zona ante un posible escenario de aumento de la acuicultura?
Con el objetivo de evaluar estas posibles futuras condiciones ambientales, un equipo de científicos del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh) realizó diversos experimentos fisiológicos para estudiar la respuesta de dos especies clave en la Patagonia y Antártica: los peces Harpagifer bispinis y Harpagifer antarcticus respectivamente.
Ambos viven en aguas someras y poseen innovaciones morfológicas que les permiten tolerar temperaturas bajo cero. Tienen una alta capacidad de mimetizarse entre las rocas y el sustrato del fondo y, a pesar de que carecen de importancia comercial, cumplen un rol crucial sobre las comunidades de pequeños crustáceos del grupo de los anfípodos que habitan la zona intermareal: ayudan a regular la población de estos invertebrados, que son muy abundantes en los ecosistemas marinos de altas latitudes.
Los doctores Luis Vargas-Chacoff, Kurt Paschke y Juan Pablo Pontigo realizaron dos tipos de experimentos con el Harpagifer antarcticus, que vive entre -1.8° y 4° Celsius, con ejemplares capturados durante la última Expedición Científica Antártica (ECA56), organizado por el Instituto Antártico Chileno (INACh). El primero de ellos consistió en simular un aumento de temperatura del Océano Austral: 5 y 8º Celsius, siguiendo la proyección más extrema del Panel Intergubernamental en Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).
“Al someter al animal a temperaturas más altas, los resultados indican que la especie incrementa su demanda de oxígeno. Esto la hace especialmente sensible para enfrentar eventos de hipoxia del ambiente, como los que se producirán como consecuencia del cambio global”, explica el Dr. Paschke, quien además es académico del Instituto de Acuicultura de la UACh.
En el segundo experimento, los investigadores le inyectaron al Harpagifer antarcticus y Harpagifer bispinis moléculas que simulan infecciones de tipo bacteria y viral, propios de la industria de la acuicultura.
“Los peces reconocen que están enfermos y hay una depresión de su sistema inmunológico cuando están estresados. Son animales cuya temperatura del cuerpo es igual a la del agua donde viven, es decir, no pueden controlar su propia temperatura y si además poseen una infección viral o bacteriana, deben destinar energía en contrarrestar el calor o la enfermedad”, asegura el Dr. Vargas-Chacoff.
Implicancias en los ecosistemas marinos
Al ser ambas especies nativas y estar presente tanto en la Patagonia como en la Antártica, el pez Harpagifer podría actuar como vector.
¿Qué pasaría si las enfermedades propias de la industria de la acuicultura llegan los peces nativos de la Patagonia? ¿Podrían trasladar la carga bacteriana asociada? ¿Las corrientes marinas arrastrarían los virus y bacterias a la Antártica? ¿De qué manera se verían afectados los ecosistemas marinos? Esas son algunas de las preguntas que los científicos buscan responder a través de la investigación.
“Cuando se instala la industria acuícola, inevitablemente vienen las enfermedades y no se conoce el impacto sobre nuestras especies nativas. Recién ahora estamos conociendo cómo los antibióticos se acumulan en otros organismos. Por ello, es fundamental continuar estos estudios y entender de qué manera estas nuevas condiciones afectarán a los ecosistemas marinos”, concluye el Dr. Vargas-Chacoff.