El modelo socio-productivo, que vinculó al Centro Acuícola Tongoy de Fundación Chile con el Liceo Técnico Carmen Rodríguez y los pequeños acuicultores de la localidad, fue reconocido como mejor Innovación...
El modelo socio-productivo, que vinculó al Centro Acuícola Tongoy de Fundación Chile con el Liceo Técnico Carmen Rodríguez y los pequeños acuicultores de la localidad, fue reconocido como mejor Innovación Inclusiva en los Best Microalgae Awards 2020.
La producción de microalgas como eslabón de una cadena que permite capacitar a los estudiantes y proveer de semillas a los pequeños acuicultores de Tongoy fue determinante para postular, y luego ganar, en el certamen Best Microalgae Awards 2020. El proyecto nacional se impuso a casos de innovación inclusiva de Europa y África, que fueron los principales competidores en la recta final.
El proyecto de innovación social en Tongoy fue impulsado por Fundación Chile, a través de la plataforma AquaPacífico, con el apoyo de Corfo y la participación de instituciones regionales como la CRDP (Corporación Regional de Desarrollo Productivo). A través de la iniciativa, 40 estudiantes del Liceo Técnico Carmen Rodríguez Henríquez se capacitaron en técnicas para la fase post larval del ostión, obteniendo una producción de 1.500 bolsas colectoras con semillas, que -tras la etapa de engorda en mar- se transformaron en una cosecha de más de 2 millones de ostiones.
“Expusimos el caso frente a un jurado internacional, destacando la importancia de la producción de microalgas y cómo los estudiantes del liceo lograron aprender a cultivar las distintas microalgas requeridas para el crecimiento de las larvas de ostión, siguiendo los protocolos y medidas de bioseguridad que les permitieron obtener un alimento de óptima calidad, proceso en que contaron con la asesoría permanente de los profesionales del Centro Acuícola Tongoy (CAT) de Fundación Chile”, señala Daniel Arriagada, director del proyecto.
Daniel Arriagada añade que “el jurado valoró el impacto social de este proyecto, que se realiza en una comunidad educacional con problemas de deserción escolar, adicciones y alta migración en busca de oportunidades laborales fuera de la zona. Además, comprendieron la relevancia de transformar a la pectinicultura en una actividad sustentable en esta localidad, atendiendo las complejidades de la actual dependencia de la captación natural de la semilla, método que utiliza la mayoría de los asociados a la Cooperativa M-31”.
Cabe señalar que las actividades prácticas en el liceo se desarrollaron durante el 2019, por lo que las restricciones que impuso la pandemia no afectaron mayormente los resultados del proyecto, que pudo proseguir durante este año con la engorda en mar.
Futura cooperativa escolar
Óscar Leiva, docente a cargo de las actividades de acuicultura en el Liceo Carmen Rodríguez, comenta que “los alumnos se dan cuenta que lo que aprendieron no lo van a encontrar en internet, que es un conocimiento valioso, de primera fuente, donde han sido apoyados por expertos. Fue una gran experiencia para ellos trabajar en un laboratorio de microalgas y eso se evidenció en su compromiso con todas las actividades de este proyecto. Vemos también un gran entusiasmo por realizar sus prácticas profesionales, lo que no ocurría en años anteriores”.
La validación de este modelo socio-productivo, que vincula al centro tecnológico productor de larvas, con un establecimiento educacional técnico en la etapa post larval y luego a los acuicultores de pequeña escala como receptores de las semillas, permite proyectar la formación de una cooperativa escolar que mantenga esta colaboración. Así lo confirma el profesor Óscar Leiva: “Estamos formando la cooperativa, considerando las ideas de los estudiantes desde los estatutos y todo se ha redactado de acuerdo a su visión de futuro. Para el próximo año planificamos la iniciación de actividades y unidades de negocios que van más allá de lo acuícola, como deportes náuticos, aprovechando la cercanía con el mar”.
El director ejecutivo del Centro de Innovación Acuícola AquaPacífico, Fernando Jiménez de Cea, sostiene que “se trata de un modelo que puede ser replicado en otras comunidades, tanto de Chile como de otros países, atendiendo a su triple impacto: capacitar a estudiantes vulnerables, contribuir a la actividad económica de la localidad y a la producción sostenible de recursos amigables con el medio ambiente”.