Un grupo de investigadores chilenos publicaron recientemente un estudio en donde evaluaron el uso de flagelina (rFLA) y el dominio D1 de la misma proteína (rND1) de Vibrio anguillarum como adyuvante para una vacuna comercial contra Piscirickettsia salmonis.
Los científicos chilenos descubrieron que ciertas proteínas recombinantes de Vibrio anguillarum ayudan en el proceso de generación de inmunidad de la vacuna contra Piscirickettsia salmonis.
Un grupo de investigadores chilenos publicaron recientemente un estudio en donde evaluaron el uso de flagelina (rFLA) y el dominio D1 de la misma proteína (rND1) de Vibrio anguillarum como adyuvante para una vacuna comercial contra Piscirickettsia salmonis.
La flagelina es una molécula que está presente en ciertos microorganismos, y tiene la propiedad de activar una señal de alerta en las células inmunes, a través de su unión a otra molécula llamada receptor tipo toll 5 (TLR5).
Cuando ambas moléculas interactúan físicamente se induce una cascada de señales dentro de la célula inmune, principalmente macrófagos, lo que se refleja en una mayor actividad antibacteriana y mayor producción de factores inflamatorios llamados citoquinas.
En este sentido, Roxana González, investigadora del Laboratorio de Biología Molecular de Peces de la Universidad Austral de Chile y autora del estudio, explicó a Salmonexpert que para que una molécula sea un buen adyuvante, “tiene que poder activar rápidamente a las células que identifican, fagocitan y presentan a los microorganismos a las otras células del sistema inmune”.
“En el caso de una vacuna, los componentes de ésta deben ser reconocidos rápida y organizadamente para dar inicio a una inmunidad adquirida potente y de larga duración en contra del patógeno para cual esta vacuna busca proteger”, señala la experta.
Fue así como en el estudio los científicos demostraron que rFLA y rND1 generan una regulación positiva aguda de citocinas proinflamatorias (IL-1β, IL-8, IL-12β), permitiendo la expresión de genes asociados con la activación de células T (IL-2, CD4 , CD8β) y diferenciación (IFNγ, IL-4/13, T-bet, Eomes, GATA3).
A pesar de estos resultados, todavía falta corroborar si existiría un efecto in vivo como menores mortalidades en los peces vacunados e inoculados con el adyuvante, sin embargo, González indica que ya existen resultados preliminares prometedores en este sentido, no obstante, “se requiere aumentar el poder estadístico considerando un número mayor de peces en el muestreo”.
Consultada por si estas moléculas pueden tener un escalamiento comercial o ser incluido en las vacunas para peces, la experta responde: “Por supuesto, y eso podría tener un gran impacto a nivel comercial, tanto para el acuicultor como para la productora de vacunas. Existen opciones de escalar la fabricación de las moléculas usadas en esta investigación en un modelo GMP (Buenas Prácticas de Manufactura), para garantizar calidad e inocuidad de los preparados, para ello se requiere financiamiento y de un socio adecuado para tales propósitos”.
Células neoplásicas
Asimismo, la también investigadora de la Fundación Arturo López Pérez describe que tanto la flagelina como el péptido recombinante que fueron utilizados en este estudio podrían ser aplicados a cualquier vacuna, y que dentro de los próximos pasos de la investigación, además de generar un escalamiento y producción a mediano y largo plazo, también planean expandir el uso de las moléculas en humanos.
“Junto al Dr. Franz Villarroel de la Fundación Arturo López Pérez, estamos expandiendo el uso de estas moléculas hacia mamíferos superiores, y explorando en modelos humanos la habilidad de la flagelina, y sus péptidos, para potenciar una respuesta inmune específica contra células neoplásicas. Por ahora te puedo adelantar que hay resultados muy promisorios”, concluye la especialista.
Lea el abstract del estudio titulado “ Full recombinant flagellin B from Vibrio anguillarum (rFLA) and its recombinant D1 domain (rND1) promote a pro-inflammatory state and improve vaccination against P. salmonis in Atlantic salmon (S. salar)”, aquí.
Por Francisco Soto, Salmonexpert.