Columna de opinión escrita por el director de COPAS Sur Austral, Silvio Pantoja. Durante el último tiempo se ha manifestado una constante preocupación por la falta de información científica relevante...
Columna de opinión escrita por el director de COPAS Sur Austral, Silvio Pantoja.
Durante el último tiempo se ha manifestado una constante preocupación por la falta de información científica relevante para la conservación del océano y, como centro de investigación oceanográfica, consideramos de particular importancia para el desarrollo de Chile enfocar la mirada en el océano costero. Las aguas costeras albergan la mayoría de las especies marinas de importancia comercial durante su reproducción y fases tempranas de su ciclo de vida y, asimismo, reciben el impacto de numerosas actividades humanas que actualmente representan amenazas a la salud del océano y un potencial riesgo para la salud humana.
Las acciones humanas están dejando marcas cada vez menos sutiles en el ambiente costero. Por ejemplo, productos químicos de uso humano como estrógenos de píldoras anticonceptivas y antibióticos, llamados genéricamente Productos Farmacéuticos y de Cuidado Personal (PFCP), son contaminantes emergentes que se acumulan progresivamente en aguas y sedimentos. Es más, los efectos de los PFCP en el ambiente van desde la alteración de la maduración sexual y reproducción en peces debido a la presencia de estrógenos de uso humano en efluentes que llegan al mar (aspecto no regulado en Chile), hasta el riesgo para la salud humana debido a la selección de patógenos resistentes a antibióticos en el medio marino, y que posteriormente pueden afectar a la población que consume productos del mar.
Por otro lado, desde hace poco sabemos que de los millones de toneladas de plástico producidas anualmente en el mundo, una fracción importante desaparece de nuestra vista y se encuentra en el océano como microplásticos (partículas de menos de 5 mm producidas por la desintegración). Estas partículas no sólo flotan en el océano costero o se depositan en las playas, sino que también son ingeridas por organismos marinos que los confunden con partículas de alimento. Debido a que tienen una alta afinidad por sustancias nocivas, si estas partículas eventualmente llegan a la población humana a través de consumo de productos del mar, el riesgo a la salud pública aumenta.
Evitar el deterioro del ambiente costero está asociado al desarrollo de Chile, país con la mayor parte del territorio sumergido si comparamos el área que comprende la Zona Económica Exclusiva de 200 millas marinas con la “larga y angosta franja de tierra”. Una forma a considerar es incorporar el conocimiento científico en la ecuación de toma de decisiones para el uso del ambiente costero.