Sustentabilidad, asociatividad y cambio climático representan las principales líneas de trabajo que mantienen enfocados a los productores e instituciones ligadas al sector acuícola.
Las labores de cultivo representan una importante fuente productiva a nivel local, tanto en términos económicos como de empleo, donde, según datos del Servicio Nacional de Pesca, en la región hay más de 5 mil trabajadores dedicados a esta actividad a nivel artesanal.
Sustentabilidad, asociatividad y cambio climático representan las principales líneas de trabajo que mantienen enfocados a los productores e instituciones ligadas al sector acuícola. El año 2021 fue particularmente difícil para el rubro, tras sentir con más fuerza los efectos de la crisis ambiental existente; sin embargo, el difícil momento fue aprovechado para emprender acciones concretas en pos del desarrollo de la pequeña acuicultura y que buscarán transformarla en una actividad competitiva, sustentable y acoplada.
Reunir a grandes y pequeños cultivadores en una mesa colaborativa es una muestra de aquello, donde el recientemente creado Consejo de Acuicultura Sustentable de la Bahía de Tongoy se ha transformado en una pieza fundamental para dirigir las gestiones, compromisos y desafíos de la industria. Esta instancia fue apoyada por el Programa MÁSMAR Transforma y ha abierto un espacio de intercambio de información entre productores e investigadores del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA), con el fin de enfrentar los efectos del cambio climático con acciones respaldadas por la comunidad científica.
Priscila Haro, presidenta de la Asociación Gremial de Pescadores de Tongoy, indicó que «todas las recomendaciones que hemos recibido de CEAZA ha sido de gran ayuda para nuestra labor, tanto en conocimientos científicos como en medidas prácticas para enfrentar toda la situación con los picorocos y otros efectos del cambio climático que puedan generarse. Además, nos han explicado cómo es que debemos proteger nuestros recursos y lograr sustentabilizar nuestra actividad, que es lo que más queremos».
La sustentabilidad y la gestión responsable de los residuos ha sido otra de las tareas cruciales que se han fijado los productores del sector acuícola, donde MÁSMAR ha generado importantes vinculaciones estratégicas con recicladores locales e internacionales, dando paso a una revalorización de los residuos técnicos y a nuevos productos a partir de ellos.
Juan Torrejón, presidente de la Cooperativa Acuícola M31, señaló que «estamos día a día trabajando por el compromiso con el entorno y la sustentabilidad de nuestra actividad, en cuanto al tipo de materiales que utilizamos, cómo los reutilizamos y cómo los reciclamos. Estamos conscientes de que no siempre es posible introducir nuevas tecnologías e innovación a los procesos, pero también sabemos que es un camino pendiente. Para ello estamos agrupados grandes y pequeños productores, para trabajar en conjunto».
Es justamente esa innovación dentro de la industria la que hace coincidir a los productores en la necesidad de inyectar los recursos para transferir la tecnología necesaria para renovar y sustentabilizar el proceso productivo, oportunidad que, según dicen, pueda llegar junto al recambio de autoridades que se aproxima para el año 2022.
Este desafío en materia de innovación y tecnología no solo tiene que ver con modernizar los procesos sino que con darle un valor agregado a una industria que, actualmente, se encuentra produciendo en un alto estándar de calidad. Un ejemplo de ello es la certificación obtenida el año pasado por dos empresas ostioneras de Tongoy, proveniente de la Aquaculture Stewardship Council (ASC), la cual corresponde una de las más exigentes dentro del mundo acuícola alrededor del mundo, con más de 120 criterios para acreditar la sustentabilidad productiva y ambiental de las empresas.
Dicho estándar debe abrirse un espacio en el mercado, ya que responde a las nuevas exigencias de los consumidores que valoran los productos orgánicos, de ingredientes completamente naturales y elaborados bajo un modelo de economía circular. En este sentido, el biólogo marino y gerente del Programa MÁSMAR Transforma, explicó que «necesitamos llegar con este tipo de productos a los nuevos mercados, los cuales valoran y aprecian la calidad que han alcanzado este tipo de elaboraciones. Estos productos además de tener un alto valor comercial tienen un fuerte valor medioambiental porque nacen de un esquema distinto de producción, no lineal como era antes sino que completamente circular».
En cuanto al rol del programa de contribuir con los desafíos de la pequeña acuicultura en la región, el encargado añadió que «desde nuestra lógica como MÁSMAR estamos buscando todas las conexiones, alianzas y puentes necesarios para poner sobre la mesa los temas que son relevantes para esta industria, como la sustentabilidad, el cambio de paradigma sobre el uso de plásticos y sobre todo el trabajo asociativo entre los productores, ya que avanzar es mucho más fácil si se hace de manera conjunta».