Resultados preliminares indican que Pseudechinus magellanicus, una especie muy abundante en el extremo sur de Chile y Argentina, podría tolerar un escenario futuro de calentamiento oceánico (Centro Ideal). Existen en...
Resultados preliminares indican que Pseudechinus magellanicus, una especie muy abundante en el extremo sur de Chile y Argentina, podría tolerar un escenario futuro de calentamiento oceánico (Centro Ideal).
Existen en abundancia en el Océano Austral, cumplen un importante papel en los ecosistemas marinos y pese a ello, la información disponible en torno a su biología es escasa. El comúnmente conocido “erizo enano” –cuyo nombre científico es Pseudechinus magellanicus– es una especie que no ha sido ampliamente estudiada.
Por el Océano Pacífico se distribuye desde Puerto Montt hacia el sur y por el Océano Atlántico, a partir del Río de la Plata. Es común hallarlo en las zonas costeras de la Patagonia. A diferencia del “erizo rojo”, que se extrae en grandes cantidades y posiciona a Chile como uno de los mayores exportadores a nivel mundial, el “erizo enano” no es comestible.
En un escenario de cambio climático, donde se predice un aumento de temperatura en el Océano Austral, la respuesta fisiológica del “erizo enano” y su posible sobrevivencia podría afectar el ecosistema completo. Esta habilidad es investigada por la científica del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh), Dra. Camille Detree.
Tras analizar ejemplares del Estrecho de Magallanes y el Fiordo Yendegaia (Canal Beagle), en la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena, la investigadora lidera el primer estudio en Chile que analiza la plasticidad de la especie frente a las variaciones de temperatura y salinidad, entre otros factores.
“P. magellanicus está cerca de sus límites de distribución en el Canal Beagle, por lo que estudiar su tolerancia térmica es primordial para entender la estrategia que esta población puede establecer en respuesta al cambio climático. ¿Lo tolerará? ¿Emigrará a un ambiente más frío o morirá en el intento? Esas eran algunas de nuestras preguntas”, aseguró la Dra. Detree.
Para el estudio, se llevaron a cabo experimentos en laboratorio en los que se sometió a la especie a diversas temperaturas para evaluar su “capacidad de enderezamiento”. Los ejemplares fueron expuestos desde un rango de -1°C (temperatura en invierno en la Antártica) hasta la temperatura más alta, donde los erizos no fueron capaces de enderezarse en un lapso de una hora.
La Dra. Detree manejaba la hipótesis de que el “erizo enano” tenía un rango térmico amplio, pudiendo funcionar y sobrevivir a temperaturas más bajas. Sin embargo, los resultados de su estudio fueron sorprendentes: el tiempo de enderezamiento aumentó con baja temperatura, registrándose al -1°C. Por el contrario, la “capacidad de volteo” fue similar para los individuos incubados a temperatura de 7°C a 17°C. A los 19°C, el tiempo de enderezamiento comenzó a aumentar y la mortalidad ocurrió a 22°C, el límite térmico superior de esta población. Estos resultados sugieren que los P. magellanicus del Canal Beagle podría tolerar un escenario futuro de calentamiento.
“Aunque pareciera que este erizo pudiese resistir al calentamiento del océano, es necesario seguir investigando otros factores asociados al cambio climático global como, por ejemplo, la acidificación de los mares y el freshening, que en conjunto podrían afectar su tolerancia térmica”, concluye.