El incremento de las emisiones de dióxido de carbono aumenta la acidez del agua en los océanos, por lo que la supervivencia de los arrecifes de coral así como numerosas...
El incremento de las emisiones de dióxido de carbono aumenta la acidez del agua en los océanos, por lo que la supervivencia de los arrecifes de coral así como numerosas especies marinas se ha visto amenazada (La Prensa Austral).
El océano es cada vez más ácido debido al dióxido de carbono. La fauna y flora marinas son las principales afectadas, esto alteraría toda la cadena alimenticia, ya que la desaparición de los microorganismos afecta a los animales más grandes y, finalmente, también al ser humano.
El jefe de departamento del Instituto Antártico Chileno (Inach), Jorque González Aravena, manifiesta que “los organismos que más resentirán estos efectos serán los que tienen conchas, ya que la acidificación puede hacer que éstas se debiliten o disuelvan, un menor pH producirá la disolución del calcio”.
En el caso de Antártica, se ha observado que un pequeño molusco pterópodo llamado Limacina helicina está siendo afectado por la acidificación. “Con el tiempo se podrá apreciar que los cultivos de moluscos bivalvos como choritos, ostras, almejas bajaran su producción y quizás sean más vulnerables a enfermedades. También se incluye la centolla, la cual podría verse afectada en su reproducción”, asegura González.
Se cree que una mayor acidificación potenciaría el cambio climático, ya que disminuye la capacidad del mar para absorber gases contaminantes. Además, mayores niveles de acidez en el agua también pueden afectar al crecimiento y la reproducción del coral o del plancton, lo que dañaría todo el ecosistema.
En la región de Magallanes y la Antártica Chilena, lamentablemente falta monitoreo. Recientemente el Centro Ideal ha comenzado a registrar variables físicas del océano a partir de boyas ubicadas en el sector sur de Punta Arenas y en la Península Antártica.
“Estos datos son claves para poder disponer de un monitoreo permanente del Océano Austral. Por nuestra parte, tenemos también registros de temperatura someros entre los 10 y 20 metros de profundidad del mar en dos sectores de la Antártica, que esperamos seguir registrando por más tiempo. Hemos detectado aumentos de temperatura cercanos a los 2,9 °C en enero de 2017 en la Base Yelcho en Isla Doumer y este verano en enero 2020, también se han registrado temperaturas máximas de 2,9°C en Isla Rey Jorge”, indica González.
Algunas de las formas para mitigar estos efectos ha sido la instalación de estas boyas con censores en tiempo real, las cuales entregan datos ambientales para proyectar escenarios futuros. Otra acción que se está realizando en la región es una medida de conservación que se lleva a cabo junto con Argentina para proteger una vasta zona de la Península Antártica por medio de un Área Marina Protegida, de esta manera se protege al kril de la explotación pesquera, para poblaciones de ballenas, aves, pingüinos, focas y lobos que dependen de este recurso.
Estos múltiples efectos afectan a la naturaleza, pero de igual manera podrían afectar las economías costeras y anticipar los obstáculos en un mar cambiante. Y aunque los resultados no son inesperados, algunos científicos señalan que el daño a algunas especies es irreparable, además de que no se predecía que la acidez dañara tan rápido a algunas especies como los cangrejos y moluscos.