El mercado de algas está en crecimiento y diversificación, siendo uno de los principales recursos acuícolas. La producción de subproductos como alimentos, farmacéuticos y cosméticos ha impulsado su expansión.
El mercado de algas crece y se diversifica ampliamente. Coincidentemente, la producción de macroalgas vía cultivo aumenta año a año a nivel mundial, y en la actualidad es el segundo recurso acuícola más producido en términos de volumen.
Algunos de los subproductos de esa industria son la producción de alimentos de alta calidad para la creciente población mundial, productos farmacéuticos, cosméticos, fertilizantes y biomateriales.
Una expansión notable de la industria mundial del cultivo de algas ha sido impulsada por la creciente demanda de algas libres de contaminantes y por los requisitos de productos derivados de algas para aplicaciones biotecnológicas y médicas en los sectores comerciales. Como consecuencia, el mercado de algas se multiplicó 1.000 veces entre 1950 y 2019, lo que en términos de producción significó un aumento de hasta 35 millones de toneladas.
Actualmente, la acuicultura mundial de algas está dominada principalmente por China (47,9%) e Indonesia (38,7%). Latinoamérica, en tanto, podría desempeñar un papel importante a escala global, ya que el cultivo de algas es viable técnica y ambientalmente, pero está muy subrepresentado en comparación con la acuicultura de peces y mariscos.
Contrariamente a las tendencias mundiales, solo el 4% de la producción de algas marinas en América Latina proviene de la acuicultura, debido a que la industria latinoamericana se limita en gran medida a la recolección silvestre, lo que impacta directamente las poblaciones naturales y las comunidades marinas bentónicas asociadas.
En este sentido hay grandes expectativas de que la producción latinoamérica empiece a tomar protagonismo en la demanda global, con un inminente aumento en la producción de algas marinas vía acuicultura. El panorama es llamativo, sin embargo, la agronomía de algas marinas no está exenta de riesgos, tales como las enfermedades y plagas, que en general no se han estudiado lo suficiente en la región.
Fue en este contexto que la investigación titulada “Línea base de bioseguridad para el desarrollo sostenible de la acuicultura de algas en América Latina”, buscó analizar y clasificar en diferentes categorías las políticas atingentes a la bioseguridad en la acuicultura de macroalgas en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú.
Los resultados sugirieron que la mayoría de las políticas latinoamericanas tienden a centrarse en medidas de prevención, especialmente en problemas de bioseguridad ecológica, que se incluyen mayoritariamente en las legislaciones generales de acuicultura. Además, los riesgos biológicos con alcances económicos y medioambientales casi no están cubiertos.
Un aspecto importante que destaca el estudio es la gran diferencia del marco regulatorio entre estos países, donde países con acuicultura de algas más avanzada (como Chile) tienen más legislaciones y de mayor especificidad. Sin embargo, estas son en su gran mayoría retroactivas (se generaron después de algún evento), y en general mucha de ellas, independiente del país, son de carácter general, y no describen cómo lidiar con el(los) riesgo(s) asociado(s) en sus diferentes etapas.
La acuicultura de algas es relativamente incipiente en la región de LATAM, pero su crecimiento y sostenibilidad, así como los sistemas de seguridad alimentaria asociados, pueden estar en riesgo, a menos que nuevas políticas hagan compatibles la producción de algas y las prácticas de bioseguridad.
“Lo que hicimos junto a colegas de LATAM fue generar una primera línea base con legislaciones que abordan riesgos de bioseguridad en macroalgas. Este es el primer estudio de este tipo que se realiza en Latinoamérica y en Chile, y lo que propone es visualizar cuántas legislaciones existen en la actualidad, cuántas de ellas mencionan posibles problemas de bioseguridad y cuántas se hacen cargo de esos problemas a través de imponer o ejecutar medidas que sirvan para controlar, mitigar o prevenir riesgos de bioseguridad en el cultivo de macroalgas”, indicó el Dr. Pedro Murúa, académico del Instituto de Acuicultura de la Universidad Austral de Chile, director del programa de Magíster en Medio Ambiente y Bioseguridad en acuicultura de la UACh e investigador del Núcleo Milenio MASH e INLARVI.
El estudio fue encabezado por la estudiante de la carrera de Biología Marina de la Universidad Austral y tesista de pregrado del Dr Murúa, Srta Cynthia Méndez. Para leer el estudio completo, hacer clic aquí: https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0308597X23004669