La acidificación oceánica amenaza la biodiversidad y las comunidades costeras, y es crucial entender su impacto en ecosistemas marinos y actividades socioeconómicas.
El proyecto OARS, en el cual desde 2024 participarán activamente los científicos chilenos, es una iniciativa crucial para abordar una de las facetas menos comprendidas del cambio climático: la acidificación oceánica. Esta problemática, derivada de la absorción de dióxido de carbono (CO2) por los océanos, amenaza la biodiversidad marina y tiene consecuencias significativas para las comunidades que dependen de los recursos marinos.
Específicamente, se titula como “Investigación sobre la acidificación de los océanos para la sostenibilidad – Proporcionar a la sociedad los datos científicos y de observación necesarios para identificar, vigilar, mitigar y adaptarse de forma sostenible a la acidificación de los océanos; de la escala local a la mundial (OARS)”.
El programa OARS se basará en el trabajo de GOA-ON, conocida como la red internacional de colaboración diseñada para abordar tres objetivos: “mejorar nuestra comprensión de las condiciones globales de la OA (acidificación oceánica); mejorar nuestra comprensión de la respuesta de los ecosistemas a la OA; y adquirir e intercambiar datos y conocimientos necesarios para optimizar la modelización de la OA y sus impactos”, así señala el sitio oficial.
En este sentido, es necesario comprender cómo la acidificación afecta a los ecosistemas marinos en diferentes contextos geográficos. Como punto de partida, los datos proporcionados por CEAZA para la investigación en OARS serán los de la bahía de Tongoy para el ejercicio internacional. “Ya que OARS aborda la acidificación del océano y la ciencia que apunta a la resiliencia, como CEAZA deberemos incorporar esta componente del cambio climático al programa de monitoreo y alertas tempranas que mejoren la resiliencia de la actividad acuícola en Tongoy”, detalla el Dr. Aguilera.
“El plan y objetivo de OARS es que a diferencia de otros programas dentro del GOA-ON, es que potencia, incentiva y coordina investigación para la resiliencia de la actividad socioeconómica del borde costero frente a este componente del cambio climático (la acidificación oceánica)” explica el Dr. Aguilera, quien desde 2014 es parte de GOA-ON y la Red Latinoamericana de observación de la AO (LAOCA).
El trabajo de ambos investigadores
Actualmente el Dr. Aguilera lidera el proyecto “Cambio climático y ciclo del carbono en el sureste del Pacífico”, cuya sigla en inglés es ECLIPSE, donde el principal objetivo es conocer cómo la surgencia en el gran sistema de surgencia de Chile y Perú, y sus distintos ecosistemas costeros facilitan la captación o emisión de CO2 a la atmósfera, y cómo esto se relaciona con el clima presente y futuro.
Por otro lado, el proyecto CLAP, titulado como Planificación de la Acción Climática, liderado por el Dr. Dewitte, tiene la finalidad de mejorar la capacidad de predicción de la sensibilidad del sistema socio-ecológico de la región de Coquimbo al cambio climático.
Ambos trabajos se integran perfectamente en esta iniciativa global al aportar datos y análisis desde la perspectiva única de las zonas áridas. La incorporación de estos dos investigadores al programa de la ONU no solo resalta la excelencia científica del CEAZA, sino que también pone de relieve la importancia de la investigación interdisciplinaria y colaborativa en la lucha contra el cambio climático.
“Especies calcificadoras (que hacen conchas), como erizos y ostiones, son susceptibles a la OA a la vez de concentrar interés socio comercial. En consecuencia, los océanos más ácidos pueden tener efectos adversos en los organismos marinos y en los ecosistemas en general”, explica el Dr. Víctor Aguilera.
Por qué debe preocuparnos la acidificación oceánica
La acidificación oceánica es un fenómeno que ocurre cuando el dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera es absorbido por los océanos. Cuando el CO2 se disuelve en el agua del mar, reacciona químicamente para formar ácido carbónico. Este ácido luego libera iones de hidrógeno, lo que reduce el pH del agua, haciéndola más ácida.
De acuerdo al Dr. Aguilera, “la tasa de cambio e intensidad de la AO sugieren cambios acelerados ante los cuales no toda la vida marina podrá adaptarse y cuya adaptación involucrará costos biológicos y socio ecológicos. Los océanos de alta latitud, sistemas estuarinos y de surgencia podrían además experimentar antes estos efectos, dada su dinámica oceanográfica naturalmente “ácida”. Los sistemas de surgencia, como el sistema de Coquimbo, son áreas productivas relevantes para la provisión de alimentos y generación de empleos”.
“Especies calcificadoras (que hacen conchas), como erizos y ostiones, son susceptibles a la OA a la vez de concentrar interés socio comercial. En consecuencia, los océanos más ácidos pueden tener efectos adversos en los organismos marinos y en los ecosistemas en general”, enfatiza.