En el estudio se ocuparon los principales sustratos antropogénicos. Cuatro tipos de plástico: polipropileno, policloruro de vinilo (PVC), poliuretano expandido y policarbonato; además de madera y concreto. Se evaluaron distintas...
En el estudio se ocuparon los principales sustratos antropogénicos. Cuatro tipos de plástico: polipropileno, policloruro de vinilo (PVC), poliuretano expandido y policarbonato; además de madera y concreto. Se evaluaron distintas cosas y básicamente lo que se encontró es que las larvas, cuando están con plástico, exploran mucho más tiempo en esta superficie y se asientan mucho antes, es decir, le gusta el plástico en comparación con madera y concreto (Mundo Acuícola).
Una excelente noticia recibió la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas de la Universidad de Concepción. La prestigiosa revista Environmental Pollution, categoría Q1 y factor de impacto 5.7, publicó la investigación «Marine invertebrate larvae love plastics: Habitat selection and settlement on artificial substrates», trabajo del alumno Javier Pinochet, que contó con la asesoría del investigador postdoc Marcelo Lagos y la supervisión del Dr. Mauricio Urbina.
Justamente este último, quien se desempeña como profesor de Fisiología Animal Comparada, entrega detalles del campo de investigación de este trabajo. «Como el título lo dice: Larvas de invertebrados marinos aman el plástico: selección de hábitat y asentamiento en sustratos artificiales. Toda esta basura plástica que flota en el océano, a la vez también se convierte en un sustrato; muchos de los organismos que habitan en el mar no son móviles, como un chorito, un coral; y muchos de ellos liberan larvas en su primera parte de vida que son móviles. Esta larva móvil tiene que elegir dónde asentarse finalmente, haciéndolo de una forma súper compleja en términos ecológicos, porque hay que imaginarse que esta pequeña larva invertebrada interpreta señales del ambiente, tales como salinidad, oxígeno, luz, alimento; y después encuentra un sustrato que tenga las condiciones propicias para que la larva diga ‘ok, esto es bueno, yo aquí me quedo y crezco’, porque una vez que la larva se asienta ahí, ya no se mueve».
«Lo que aborda este estudio es tratar de ver cómo este montón de basura plástica, con todos estos efectos negativos, podría tener una implicancia en un nuevo sustrato para que las larvas se asienten, y por ende, si esto fuera cierto, cómo en el fondo toda esta basura plástica ahora podría actuar como un vector. Si un animal se fija en una roca se queda ahí; pero si se fija en una botella plástica, esta es arrastrada por las corrientes y los vientos», complementa Urbina.
Para este estudio se ocuparon los principales sustratos antropogénicos. Cuatro tipos de plástico: polipropileno, policloruro de vinilo (PVC), poliuretano expandido y policarbonato; además de madera y concreto. Se evaluaron distintas cosas y básicamente lo que se encontró es que las larvas, cuando están con plástico, exploran mucho más tiempo en esta superficie y se asientan mucho antes, es decir, le gusta el plástico en comparación con madera y concreto.
Lo que conlleva este resultado lo explica el Dr. Urbina, quien además es investigador del Instituto Milenio de Oceanografía. «Las larvas de invertebrados marinos prefieren los plásticos para asentarse y esta preferencia está asociada con un ahorro de energía, por lo tanto, uno esperaría que esta colonia tuviera mejor fitness; si se ahorra energía buscando, tiene más energía para crecer y tiene una ventaja comparativa frente a otras especies. Ahora bien, este paper lo hicimos con dos especies que son invasoras, bugula neritina y bugula flabellata; lo que muestra esto es que muchas especies invasoras, cuando están enfrentadas a basura marina, se van a querer asentar ahí y van a tener una ventaja sobre el fitness, lo que quiere decir que probablemente, como este plástico se mueve y tenemos esta ventaja comparativa, van a ser capaces de colonizar nuevos hábitat que antes no tenían».
«En este hábitat tremendamente grande, el océano es responsable de casi todos los flujos de energía del planeta Tierra. Dentro de este hábitat están las comunidades presentes en todas nuestras costas, que están pegadas en las rocas. ¿Cómo este nuevo descubrimiento va a cambiar estos flujos de energía, distribuciones y dinámicas? Es lo que todavía no sabemos», afirma Urbina.
Para dilucidarlo, al menos deben haber dos capítulos más. En el segundo capítulo se quiere apreciar cómo esto que se vio en el laboratorio ahora sucede en la vida real. Para eso quieren poner colectores en el mar y ver cómo es la dinámica comunitaria de colectores plásticos comparado con sustratos naturales. Después, se quiere modelar en base a la basura plástica flotante que hay, para ver cómo este nuevo sustrato plástico podría cambiar las comunidades a nivel global.
«Creemos que aquí podríamos estar viendo o explicando por qué a veces, por ejemplo, hay baja colección de semillas de chorito. Hay una nueva variable que había sido tradicionalmente vista como basura plástica y ahora vemos que es un medio de transporte para todas estas comunidades vectoras», finaliza Urbina.