Resultados de campo son particularmente importantes debido a que constituyen evidencia empírica de que la Acidificación del Océano (el CO2 emitido por la acción humana que ingresa al océano y...
Resultados de campo son particularmente importantes debido a que constituyen evidencia empírica de que la Acidificación del Océano (el CO2 emitido por la acción humana que ingresa al océano y reduce su pH), puede ser un factor de cambio para el plancton marino (Mundo Acuícola).
Un reciente estudio realizado en las costas de Antofagasta mostró que la presencia del evento El Niño durante el año 2015 empujó los niveles del pH marino por debajo de valores típicos para la zona, sugiriendo que las cálidas aguas de El Niño pueden aumentar la corrosividad del mar. Esta situación habría impactado negativamente el crecimiento del plancton, esos pequeños y pero muy abundantes organismos que forman parte esencial de la alimentación de peces y ballenas, entre otros animales marinos.
“El principal efecto biológico de los cambios en el pH marino se asocia con el correcto funcionamiento de las enzimas que, por ejemplo, actúan en la respiración, reproducción y crecimiento de los seres vivos. También ocurre descalcificación en algunos organismos capaces de hacer conchas”, explica el Dr. Víctor Aguilera, investigador del centro científico CEAZA y del Instituto Milenio de Oceanografía, autor principal del estudio.
Según el Dr. Aguilera, estos resultados de campo son particularmente importantes debido a que constituyen evidencia empírica de que la Acidificación del Océano (el CO2 emitido por la acción humana que ingresa al océano y reduce su pH), puede ser un factor de cambio para el plancton marino.
Afirma que los cambios en la química del océano pueden inducir modificaciones en la distribución y desarrollo de nuevas especies, por ejemplo, a través de la selección de especies más tolerantes a pHs más bajos.
“Estos cambios resuenan en el ecosistema marino finalmente afectando procesos oceanográficos muy cercanos a nosotros, como por ejemplo las pesquerías, la acuicultura o el turismo de avistamiento de ballenas, o procesos quizás más desconocidos como es la regulación del ciclo del carbono y del clima del planeta”.
Detalla que el plancton se conecta estrechamente con los servicios ecosistémicos que el ser humano obtiene del océano. Las perturbaciones en su abundancia y composición son considerados indicadores de cambio en las condiciones ambientales.
“Hemos visto que el aumento de CO2 en el océano ya está afectando al plancton, por ejemplo, fomentando a especies de microalgas tóxicas formadoras de floraciones (FAN), que entre otras consecuencias ecosistémicas, generan la marea roja”.
El Dr. Aguilera aclara que además de la Acidificación del Océano, el pH marino cambia debido a otros procesos biológicos y oceanográficos, como la surgencia costera o surgimiento de aguas frías desde la profundidad. “La surgencia costera es el corazón de la productividad marina del sistema de Corrientes de Humboldt, y en Chile las regiones de Antofagasta, Coquimbo y Concepción son lugares donde la surgencia fomenta la productividad marina. La surgencia es impulsada por el viento, el cual está siendo modificado por el actual escenario de calentamiento global. Por lo tanto, es posible esperar que el pH marino en estas regiones del océano tienda a disminuir en el futuro”.
Resiliencia al cambio
El investigador comenta que el plancton es un grupo de organismos con más de 400 millones de años y ha sobrevivido a las continuas transformaciones ambientales que el planeta ha experimentado.
“Es esperable que el plancton también se adapte y sobreviva el actual escenario de cambio climático … Desde el punto de vista científico resulta relevante para nosotros tratar de entender y averiguar cómo las adaptaciones que surjan desde del plancton pueden trasladarse al resto del sistema marino. Este entendimiento es crítico para nuestra propia adaptación, lo cual requiere voluntad por parte del Estado para generar información y conocimiento en forma sostenida y sistemática de estas fluctuaciones ambientales y evitar así que pasen de ser riesgos naturales a desastres naturales”.
En el trabajo liderado por el Dr. Aguilera también aportaron los doctores Cristian Vargas y Rubén Escribano de la Universidad de Concepción, junto a la Dra. María Teresa González de la Universidad de Antofagasta. El estudio fue financiado por FONDECYT y la Iniciativa Científica Milenio.