A propósito de los eventos de floraciones de algas nocivas que afectaron a las regiones de Los Lagos y Aysén, a inicios de abril, diferentes perspectivas surgieron respecto a la responsabilidad de la salmonicultura.
Si bien la actual temporada de floraciones algales nocivas tuvo sus primeros efectos en la industria del salmón, a fines del año pasado, cuando un barrio del sector Guaitecas Norte presentó mortalidad asociada a este tipo de fenómenos, la cobertura de los eventos FAN en las regiones de Aysén y Los Lagos (especialmente la imagen de la gran mancha café/rojiza en el fiordo Comau), produjo un impacto mediático que hizo circular un amplio flujo de opiniones e informaciones.
Prácticamente, durante todo el mes de abril, científicos, representantes de la industria, organizaciones ambientales, entre otras, participaron en diversas instancias para informar, explicar y debatir su diferentes puntos de vista.
Así, en términos discursivos, las diferentes posturas iban desde el origen natural de estos fenómenos, su mayor aparición como consecuencia del Cambio Climático y la responsabilidad directa de la industria salmonera. Perspectivas que tuvieron espacio en artículos de prensa, comisiones parlamentarias y webinars.
Visión desde la industria
El 19 de abril del presente, durante sesión extraordinaria de la Comisión de Intereses Marítimos del Senado, Arturo Clément, presidente de SalmonChile, mencionó que las floraciones de algas nocivas existen en otras partes del mundo y que, si bien se han presentado acompañadas de eventos de mortalidad de salmones (como en Noruega), no hay evidencia científica que haya determinado que los nutrientes generados por la salmonicultura sean los responsables directos. Además, éstas también existirían en la zona desde antes de la llegada de las salmoneras.
Sobre la misma, destacó que, como gremio, se han dedicado desde hace años a mantener la vigilancia de estos fenómenos, a fin de estar preparados para este tipo de contingencias.
“SalmonChile, a través del Instituto Tecnológico del Salmón (Intesal), tiene un programa de monitoreo de fitoplancton, desde 1988, el que analiza más de 10 mil muestras al año, con 60 estaciones permanentes, entre las costa de Puerto Montt y Magallanes, con una duplicación de muestreos en primavera-verano-otoño. Asimismo, existen 300 centros de cultivo, con controles de otras variables oceanográficas como oxígeno, temperatura y salinidad”, enfatizó.
“Además, hoy existe una doble capacidad de bombeo en los puertos, se ha duplicado la capacidad de ensilaje móvil, en tierra hay 20 mil toneladas de capacidad de ensilaje y tenemos cerca de 10 pesqueros, de altamar, que están siempre atentos ante eventos de mortalidad”, agregó.
Finalmente, a través de una columna de opinión, el ejecutivo del gremio llamó al rubro a generar más instancias de divulgación científica y transparencia. “Mucha información incorrecta o imprecisa, que fue divulgada, nos muestra que aún existe desinformación sobre la industria, y nos reafirma que debemos seguir nuestro camino de apertura y transparencia, que exige toda la sociedad”.
Perspectivas desde la Ciencia
En lo que compete a centros de investigación como INCAR, Centro I-mar e IFOP, las declaraciones de sus principales investigadores, coinciden en que las floraciones de algas nocivas responden a fenómenos de variabilidad climática, condiciones oceanográficas y la acumulación de nutrientes en el océano, los cuales no provienen exclusivamente de la actividad salmonicultora.
Sin embargo, también acuerdan que la industria debe adoptar medidas para disminuir el riesgo de estos eventos y la carga sobre los ecosistemas costeros, con el fin de desarrollar una industria sostenible en el tiempo.
Por ejemplo, la Dra. Doris Soto, investigadora principal de INCAR, comentó en la Comisión del Senado ya mencionada que, “según la literatura internacional y nacional, las Floraciones de Algas Nocivas son, generalmente, gatilladas por fenómenos climáticos, mientras que su frecuencia, extensión e intensidad son también potenciados por la concentración de nutrientes en el agua, donde la industria salmonera no es la única fuente”.
Si bien Soto indicó que el evento FAN, que afectó al fiordo Comau, se debió, principalmente, a la disminución de las precipitaciones, “no se puede descartar el papel de los nutrientes adicionales en el ecosistema que alberga la salmonicultura, considerando, además, que se trata de un sector con una alta concentración productiva”, explicó en una reciente columna de opinión.
En razón de ello, la investigadora INCAR pone el foco en la necesidad de un ordenamiento territorial para la salmonicultura y mitilicultura, basada en los diversos estudios que muestran la vulnerabilidad de estas actividades en el escenario de Cambio Climático, y en conjunto con la propuesta del Enfoque Ecosistémico al Desempeño Ambiental de la Salmonicultura.
“En este documento, de análisis científico, se recomienda incrementar esfuerzos hacia la evaluación de los ecosistemas que albergan la salmonicultura, con un enfoque de riesgo y con medidas preventivas acorde a ello. La evaluación preliminar muestra algunos cuerpos de agua, incluyendo estuario y seno de Reloncaví, fiordo Comau, en la región de Los Lagos, y fiordos Puyuhuapi, Cupquelan y Quitralco, en Aysén, con niveles de riesgo de eutrofización más altos. Ello está influenciado por la mayor biomasa en producción y acumulada (cosechada), menores tasas de recirculación del agua (equivalente a mayor retención) y presencia de zonas hipóxicas (escaso oxígeno) en los cuerpos de agua por debajo de los 50 m”, detalló.
Por otro lado, durante las recientes discusiones en el Senado, respecto al PDL, que busca exigir la remoción de sedimentos a las concesiones salmonicultoras, el Dr. Alejandro Buschmann, del Centro I-mar de la Universidad de Los Lagos, hizo un llamado a no solo pensar en la materia inorgánica y orgánica del fondo marino, sino también en las concentraciones de nitrógeno disuelto en el agua, el que, a su juicio, tendrían implicancias en la aparición de eventos FAN.
“Es importante saber qué está pasando con el nitrógeno que está disuelto en el agua, que es excretado por los seres vivos y que según estudios se encuentra en niveles altísimos en el océano. Además, este compuesto puede ser tomado como forma de amonio por organismos sintetizadores y explotar en su abundancia. Se trata de procesos que ocurren en el mundo entero, por distintas actividades y que necesitamos regular, porque la acuicultura no es la única responsable, ya que también está la desforestación, la sedimentación, las ciudades y los tratamiento del agua, etc”, recalcó.
Durante la misma instancia, el Dr. Leonardo Guzmán, del Instituto de Fomento Pesquero (IFOP), explicó otra relación entre la remoción de sedimentos del fondo marino y las floraciones de algas nocivas.
“En el fondo marino, muchas algas depositan una parte de su ciclo de vida que nosotros llamamos quistes. Si yo remuevo el lugar, esos quistes vuelven a la superficie y puede contribuir a la aparición de floraciones, entre ellas Alexandrum catenella”, declaró Guzmán, quien, en días posteriores, fue invitado a una nueva sesión para explicar las FANs que afectaron el sur de Chile esta temporada.
En la instancia recalcó que un aspecto clave para entender parte de estos fenómenos es el tiempo que demora el agua en renovarse en zonas como el estuario y seno de Reloncaví, canal Jacaf y Puyuhuapi (más de 200 días), a diferencia de otras zonas que lo realizan en menos tiempo. Ello, junto a diferencias de salinidad y temperatura, evidencia la heterogeneidad de la zona y lo difícil de abordar estos fenómenos desde una perspectiva general.
En consideración de lo anterior, entre los comentarios finales de su exposición, destacó la necesidad de manejar de manera particular las zonas de cultivo de salmón, “poniendo atención, no solo en el mar, sino también la interacción que existe con el medio terrestre”.
Cuestionamientos directos a la industria
Finalmente, entre las consideraciones más críticas hacia la actividad salmonicultora, destacaron, durante el mes de abril, la carta que firmaron 41 organizaciones pidiendo el fin de las concesiones para la industria, entre las que se encontraban comunidades Mapuche-huilliche, Kawesqar y Yagan, organizaciones locales de la Patagonia y reconocidas ONG como Greenpeace, Tompkins Conservation y el Centro Ecoceanos.
“Dado el último evento de mortandad masiva de salmones, en las regiones de Los Lagos y de Aysén, específicamente en el fiordo Comau y los canales Jacaf y Puyuhuapi, además de todos los sucesos ampliamente conocidos de daño ambiental durante décadas y, por sobre todo, el carácter de permanente y estructural de diversos acontecimientos, tanto o más graves que el actual, es que las organizaciones aquí firmantes venimos a exigir, al Gobierno de Chile, la moratoria inmediata de la expansión salmonera”, contextualizó la declaración.
“No más entrega de nuevas concesiones, no más ampliación de concesiones acuícolas actuales ni aumento de biomasa en concesiones existentes, así como también la urgente salida de todos los ecosistemas marinos frágiles como son lagos, fiordos y canales de nuestra Ecorregión Chilota y desde ésta a todo el maritorio patagónico”, se exigía en el documento.
Menos drástica, pero igual de crítica, fue la postura de Christian Paredes, abogado de Fundación Terram, quien en una columna de opinión, publicada en CIPER, cuestionó los argumentos que entregó la industria sobre su implicancia o no en los eventos FAN.
“Frente a estos acontecimientos, observamos nuevamente cómo representantes de la industria salmonera, al igual que en el caso de las mortalidades masivas, ocurridas en 2016, en el mar interior de Chiloé y el Golfo de Reloncaví, han pretendido instalar el discurso del Cambio Climático como el factor determinante asociado a la ocurrencia, frecuencia e intensidad de las FAN, omitiendo dar cuenta de otras consideraciones relevantes asociadas al modo en que el salmón es producido en Chile”.
Y es que el gran evento de Marea Roja del año 2016, a pesar de las investigaciones oficiales que desestimaban su relación con el vertimiento de salmones muertos al mar, sigue siendo cuestionado.
De hecho, la bióloga marina y candidata a concejal por Puerto Montt, Claudia Torrijos Kneer, llamó a considerar un estudio que indicaría una relación entre el vertimiento de salmones al mar y los eventos de marea roja del 2016.
“Lo sucedido en 2016 demuestra que ni la industria salmonera ni el Estado de Chile tienen capacidad para gestionar los riesgos que producen; la industria -como el causante directo de esos riesgos- y el Estado -como un actor que, actualmente, es incapaz de garantizar que las empresas operen sin hipotecar el ecosistema- esta situación nos hace vivir en lo que el sociólogo alemán Ulrich
Beck denominó una sociedad de riesgo global, donde no contamos con sistemas políticos ni tecnológicos capaces de protegernos”, manifestó.
“Como bióloga marina, espero que nuestras autoridades se adentren en el mundo de la investigación o usen los recursos del Estado para asesorarse con científicos que apoyen su gestión, para así minimizar el impacto de las industrias sobre los ecosistemas, en un contexto sur-austral donde la expansión de la actividad empresarial ocurre en una escala de tal magnitud que los riesgos, ambientales y sociales, son siempre latentes, porque esta vez, no aceptaremos los mismos errores”, complementó.
Por lo pronto, los diferentes puntos de vista recabados indican que el tema de las FANs involucra diversos aspectos, los que, sin duda, van más allá de la dicotomía “beneficios versus impactos” de la industria salmonera. Así, la ciencia y la comunicación son las principales herramientas para que la industria pueda acercarse a un desarrollo más sustentable y vincularse de mejor manera con las comunidades que habitan las zonas en las que opera.
Revista Digital Mundo Acuícola
Edición 130
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Abril 2021