El estudio pide que se adopten políticas adecuadas para garantizar que los beneficios de la producción, el consumo y el comercio de alimentos acuáticos puedan ser accesibles para todos.
Los alimentos marinos y de agua dulce, también llamados alimentos azules, son una fuente vital de ingresos y micronutrientes, que sustentan los medios de vida de hasta 800 millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, un nuevo e innovador estudio realizado en 194 países ha revelado que, a pesar de generar más de 424.000 millones de dólares a nivel global, los beneficios del sector de los alimentos acuáticos se distribuyen de forma desigual, e incluso, contribuyen directamente a las injusticias existentes.
Los autores del estudio piden que se tomen medidas urgentes para garantizar que las personas, comunidades y países más marginados tengan más oportunidades de beneficiarse de los alimentos acuáticos en términos de comercio, ingresos y nutrición.
«Las crisis actuales -desde los conflictos hasta las pandemias- no han hecho más que exacerbar las desigualdades mundiales, y los sistemas alimentarios azules son más vulnerables que nunca», afirma la profesora Christina Hicks, del Centro Medioambiental de Lancaster en la Universidad de Lancaster y autora principal del estudio.
«Sin embargo, con acceso y derechos más justos, los alimentos azules también presentan la oportunidad de nivelar las condiciones, permitiendo que más personas participen y se beneficien de este rico y diverso sector».
La investigación titulada «Rights and representation support justice across aquatic food systems» (Los derechos y la representación apoyan la justicia en los sistemas alimentarios acuáticos), uno de siete artículos científicos producidos por el grupo internacional de científicos y científicas de la Evaluación de los Alimentos Azules (BFA) y que se acaba de publicar en la revista Nature Food, concluye que el sector de los alimentos acuáticos aporta tanto beneficios basados en el bienestar, en forma de puestos de trabajo y nutrición asequible, como beneficios basados en la prosperidad, en forma de ingresos generados por el aumento de la producción, el comercio y el consumo.
Sin embargo, barreras sociales, económicas y políticas, hacen que los países más necesitados de beneficios basados en el bienestar, tiendan a quedar excluidos de los beneficios que generan riqueza, limitando su potencial de crecimiento.
El equipo de autores, entre expertos en ciencias naturales, sociales y de la salud, destacó además una tensión entre ambos tipos de beneficio, en el que la búsqueda de los beneficios de la riqueza corre el riesgo de socavar los beneficios vitales para el bienestar humano de los alimentos acuáticos, incluido el empleo y la nutrición.
Por ejemplo, en algunos países el crecimiento económico impulsado por las exportaciones podría socavar los puestos de trabajo y la calidad nutricional de la pesca, además de afectar negativamente al sistema alimentario acuático.
En muchos países, se constató que las barreras sociales, económicas y políticas impiden que estos beneficios se distribuyan a la población de forma más equitativa. Por ejemplo, los países de menores ingresos producen y consumen menos alimentos acuáticos, a pesar de emplear a más personas.
Inclusión y género para más justicia alimentaria
El estudio, también descubrió que las políticas a menudo no tienen en cuenta las limitaciones relacionadas con el género, a pesar de la evidencia de que una mayor igualdad para las mujeres apoyaba una alimentación más asequible y podría reducir el número de personas con inseguridad alimentaria en un 17%.
«Aunque 45 millones de las personas que participan directamente en la industria de los alimentos de origen acuático son mujeres, y la mayoría de ellas se dedican a la transformación y venta de productos de la pesca, las políticas no suelen tener en cuenta las limitaciones relacionadas con el género, lo que repercute en los ingresos y el consumo de los hogares», afirma la profesora Nitya Rao, Directora del Instituto Norwich para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de East Anglia y coautora del trabajo.
La investigación sugiere que las políticas basadas en los principios de justicia y derechos humanos, con procesos de toma de decisiones inclusivos que tengan en cuenta los factores de injusticia, podrían impulsar resultados más justos para los sistemas alimentarios acuáticos.
«Los alimentos marinos y sistemas alimentarios acuáticos generan enormes ingresos económicos, a la vez que contienen grandes concentraciones de micronutrientes, que son absolutamente esenciales para la salud y el bienestar de millones de personas. Sin embargo, nuestro estudio muestra que el sistema actual no distribuye equitativamente los beneficios de estos recursos, e identifica las múltiples barreras que hay que superar», añade la profesora Hicks.
«Este es un paso crucial para garantizar un equilibrio equitativo entre los beneficios del bienestar y los de la riqueza (ingresos), como también entre las naciones, lo que es fundamental para garantizar que estos alimentos puedan abordar la desnutrición y la pobreza de millones de personas en todo el mundo», agrega.
Por su parte, Stefan Gelcich, académico de la Facultad de Ciencias Biológicas UC, director del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (SECOS) y coautor de la investigación, afirma que es necesario reconocer también la diversidad de actores, actividades y productos de la pesca y acuicultura de pequeña escala, que contribuya a un mejor acceso a estos alimentos y a los beneficios que conlleva.
“Tenemos ejemplos de políticas y regulaciones que en Chile han reconocido a pescadores artesanales, mujeres en sus actividades conexas, buzos y recolectoras de orilla en sus oficios, un paso importante para poner en valor sus actividades. Pero también necesitamos avanzar con más fuerza en criterios de equidad de las múltiples pesquerías del país, tanto desde la perspectiva distributiva de los recursos y beneficios, como de la representación de sus actores y de los procedimientos en su co-manejo», refuerza Gelcich, también investigador del centro CAPES.
Finalmente, el estudio pide que se adopten políticas adecuadas para garantizar que los beneficios de la producción, el consumo y el comercio de alimentos acuáticos puedan ser accesibles para todos.