Una nueva investigación explica la distribución de estas especies, proporcionando datos sobre su potencial para adaptarse a un entorno polar cambiante (Mundo Acuícola-Centro Ideal). Tras estudiar cerca de 30 especies...
Una nueva investigación explica la distribución de estas especies, proporcionando datos sobre su potencial para adaptarse a un entorno polar cambiante (Mundo Acuícola-Centro Ideal).
Tras estudiar cerca de 30 especies de algas rojas, verdes y pardas, un equipo de científicos chilenos se centró en describir las características funcionales que permiten a estos organismos colonizar y crecer en un ambiente lumínico marcado por la oscuridad.
Se trata de investigadores del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh), quienes realizaron investigación que analizó las propiedades fisiológicas de un gran número de algas antárticas, complementando técnicas tradicionales, tales como fotografías de cuadrantes y apoyo de buzos científicos, y el uso de nuevas tecnologías.
El estudio fue liderado por el Dr. Iván Gómez y publicado en la prestigiosa revista Progress in Oceanography. En él también participaron el investigador de la Universidad de Magallanes (UMAG), Dr. Nelson Navarro y la Dra. Pirjo Huovinen.
“Lo que hicimos fue estudiar las características funcionales de las algas, agrupadas según su morfología, distribución en profundidad, categoría taxonómica y afinidad biogeográfica”, explicó el Dr. Gómez, cuya investigación entrega información clave para explicar la distribución de estas especies, proporcionando datos sobre el potencial de las algas para adaptarse a un entorno polar cambiante.
Lo anterior cobra relevancia en ecología marina antártica, debido a que las macroalgas sustentan las tramas tróficas y al resto de los organismos vivos en los ecosistemas costeros.
Para llevar a cabo la investigación, el Dr. Gómez junto a su equipo realizó un muestreo de algas se realizó en Bahía Fildes, de la Isla Rey Jorge, en temporada de verano. Allí se analizaron especies como Prasiola crispa -pequeña alga marina y/o terrestre verde, tipo alfombra- y otras que viven bajo 15 metros de profundidad, como la Ascoseira mirabilis.
Posteriormente, se estudiaron los requisitos de luz para la fotosíntesis, la absorción de luz y el grosor de las láminas o frondas, la eficiencia de fotosíntesis y la tolerancia al estrés por UV y temperatura, aspectos importantes frente al cambio climático. Actualmente muchas áreas de la Antártica costera están comenzando a sufrir el impacto de este fenómeno, especialmente los deshielos, cambios en el pH del agua, y aumento de la turbidez.
“En general, se detectaron diferencias entre las algas de distintas profundidades y aquellas con distribución antártico – subantártico”, asegura el Dr. Gómez y concluye que “por ejemplo, las grandes algas pardas originarias de la Antártica están mejor equipados fisiológicamente para para absorber a los empobrecidos campos de luz en ubicaciones más profundas. Mientras que las algas verdes, que normalmente arribaron después a la Antártica, están mejor adaptadas para vivir en zonas someras donde son expuestas a cambios extremos de luz y temperatura”.