Investigación publicada por científicos nacionales muestra la conexión entre el cambio climático y una fuerte caída en la abundancia diatomeas, organismo fundamental en la dieta de numerosos peces e invertebrados...
Investigación publicada por científicos nacionales muestra la conexión entre el cambio climático y una fuerte caída en la abundancia diatomeas, organismo fundamental en la dieta de numerosos peces e invertebrados (Mundo Acuícola).
Cuando se habla de consecuencias del cambio climático para zonas costeras, usualmente se refiere a la inundación de zonas de la costa –debido al alza en el nivel del mar– y a cambios en la química del agua asociados al calentamiento del océano. Sin embargo, hay otros efectos menos visibles que en el corto plazo pueden tener un fuerte impacto sobre la productividad y el funcionamiento de los ecosistemas costeros. Sobre este tipo de efectos se enfoca un trabajo recientemente publicado por un grupo de investigadores chilenos en la revista Progress in Oceanography, el cual muestra que las microalgas que viven en nuestras costas están siendo afectadas por el calentamiento global.
A partir de una serie observaciones periódicas que hace 16 años inició el Centro de Oceanografía COPAS de la Universidad de Concepción frente a la costa de la Región del Biobío, y que se mantienen hasta hoy gracias al esfuerzo de numerosos académicos y profesionales de esta y otras instituciones, un grupo de oceanógrafos, encabezados por la investigadora Bárbara Jacob, pudo identificar una manifestación concreta del cambio climático a nivel local. Se trata de una fuerte caída en la abundancia de las diatomeas, un tipo de microalga fundamental en la dieta de numerosos peces e invertebrados. Esta caída en la abundancia y productividad de las diatomeas, está asociada a una intensificación del viento de primavera y a una baja en la concentración de ácido silícico (nutriente esencial para las diatomeas) en las aguas costeras.
“La intensificación del viento en la costa y la caída en los caudales de los ríos, ambos entendidos como efectos colaterales del cambio climático, han modificado el “cocktail” de nutrientes disponible en el océano en primavera, época en la que comúnmente proliferan las diatomeas”, afirma la Dra. Bárbara Jacob, quien actualmente se desempeña como investigadora del Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP) y que inició esta investigación durante su doctorado en la Universidad de Concepción. “Es importante destacar que esta manifestación no ha sido observada únicamente en Chile, sino también en otras regiones con régimen oceanográfico similar como California y Sudáfrica”, agrega Jacob.
El cambio en las condiciones de nutrientes detectado por el estudio es similar a lo observado en aguas de California y publicado hace un año por investigadores del instituto MBARI de la bahía de Monterey, y que alertó sobre la proliferación de microalgas tóxicas del género Pseudo-nitzchia. Este mismo tipo de microalga forma parte de las especies que hoy componen los eventos de floración de algas nocivas (FAN) en el extremo sur de Chile. La alteración en las condiciones de nutrientes detectados por Jacob y colaboradores, implica un mayor potencial para que en el futuro ocurran FAN en la costa del Biobío y probablemente, más al norte.
Fabián Tapia, doctor en oceanografía biológica y coautor de la publicación afirma que “Este trabajo entrega información valiosa para entender cómo los ecosistemas costeros chilenos están siendo afectados por el cambio climático, dándonos la oportunidad de preparar estrategias de adaptación a los efectos que muy probablemente veremos en las próximas décadas”. En relación a cómo se gestó el estudio, el también sub-director de COPAS Sur-Austral enfatiza “Este tipo de investigación es posible gracias a que el Estado, a través de Conicyt, lleva más de 15 años invirtiendo en la consolidación de centros de excelencia como COPAS, generando la información y el capital humano que ha permitido la combinación de las experticias necesarias para realizar un trabajo interdisciplinario de esta magnitud”.
El programa de observaciones en que se basa este trabajo fue iniciado en 2002 por el Centro Oceanográfico COPAS, centro de excelencia financiado por el programa FONDAP de CONICYT que, junto con formar a toda una generación de investigadores actualmente repartida por Chile y el mundo, permitió la consolidación de la Universidad de Concepción (y de Chile) como líder en investigación oceanográfica a nivel latinoamericano.