La actividad incluyó toma de muestras de suelo y agua de la laguna Lo Méndez, donde los estudiantes de tercer año pudieron vincularse en una actividad práctica y posterior análisis...
La actividad incluyó toma de muestras de suelo y agua de la laguna Lo Méndez, donde los estudiantes de tercer año pudieron vincularse en una actividad práctica y posterior análisis de laboratorio.
En 2020, los estudiantes que hoy cursan tercer año de Química Ambiental de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), ingresaron a la carrera. En un contexto de pandemia y con clases digitales, tardó tiempo para poder complementar la teoría con la práctica. En ese contexto, junto a la profesora de Microbiología Dra. Carolina Quezada, realizaron una actividad en terreno, específicamente en la laguna Lo Méndez, que incluyó toma de muestras de suelo y agua para observar qué bacterias crecen en el lugar.
Luego de la toma de muestras, los estudiantes ingresaron a los laboratorios de la Facultad de Ciencias UCSC, para los procedimientos que permiten aislar microorganismos de las muestras obtenidas. La idea es poder aislar bacterias de las muestras para poder verlas en los microscopios. “Estas muestras las iremos procesando a lo largo de todo el semestre. Hicimos un cultivo de esas muestras, para tener una idea de qué bacterias crecen y ver cuántas de ellas tienen pérdida de susceptibilidad a antibióticos de uso común”, explicó la académica.
Salida a terreno
La actividad considera la observación y análisis de esas bacterias en las siguientes clases, calcular cinéticas de crecimiento, tinciones para visualizar distintas estructuras al microscopio y observar distintos aspectos de su metabolismo. Además de conocer la información del lugar, la académica asegura que este material tiene potencial para futuras investigaciones sobre las aplicaciones biotecnológicas que puedan realizarse con las bacterias aisladas del lugar.
Para Bastián Cepeda, estudiante de Química Ambiental UCSC el terreno fue una experiencia significativa para su formación, considerando que por mucho tiempo tuvo clases de manera digital. “Tomamos muestras de suelo y agua para comparar distintos aspectos de las bacterias crecidas desde ambas muestras y observar su diversa fisiología. También tuvimos que preguntarnos el por qué en las distintas muestras crecen más o menos bacterias, y por qué algunas pueden ser resistentes a Ampicilina, por ejemplo”, comentó el estudiante.
Lo que más rescata la profesora se relaciona con el entusiasmo de los estudiantes a la hora de enfrentarse a desafíos en terreno. “Creo que recibieron la actividad muy bien y además, se notó en los informes que escribieron que estaban muy motivados, fue una buena forma de reencontrarlos en la presencialidad y los desafíos que implica una educación en contacto con la naturaleza”, sostuvo la profesora.
Para los análisis se registraron distintos parámetros ambientales del lugar, entre ellos el pH y la temperatura del agua. En cuanto al suelo, escavaron alrededor de 10 centímetros para obtener muestras de bacterias que no estuvieran en directo contacto con la superficie
“Analizar muestras en laboratorio fue una experiencia bastante novedosa. Resuspendimos las muestras de suelo, en medios de cultivo y sacamos pequeñas muestras para sembrarlas en medios donde las bacterias pueden desarrollarse con presencia de nutrientes y que sean visibles. Posteriormente se pudieron hacer análisis de diferentes reacciones enzimáticas de las colonias de bacterias crecidas”, complementó Bastián Cepeda, evidenciando el entusiasmo tanto de él como de sus compañeros.
Cabe señalar que a lo largo de todo el curso, los estudiantes realizarán diferentes informes que evidencien la evolución de la toma de muestras y de las bacterias obtenidas, y así tener información cada vez más precisa sobre las bacterias encontradas y su caracterización para evaluar posibles investigaciones futuras que se puedan realizar con ellas.