Según la Armada, durante los últimos años ha habido una reincidencia de patrones, tripulantes y de embarcaciones, a las que se les cambia el nombre. Multas acumuladas suman más de...
Según la Armada, durante los últimos años ha habido una reincidencia de patrones, tripulantes y de embarcaciones, a las que se les cambia el nombre. Multas acumuladas suman más de $457,4 millones (El Mercurio).
Son naves de 12 metros de largo, con nombres de mujer, santos o apodos, que en algunos casos corresponden al dueño de la embarcación. Todas proceden desde Ilo (Perú), 200 km al norte de Arica, e ingresan a mar territorial chileno, específicamente a la Zona Económica Exclusiva, en búsqueda de peces demandados en mercados como el asiático.
Los operativos en que han sido fiscalizadas se han extendido hasta casi mil kilómetros al sur del límite internacional.
Según registros de la Armada, actualmente hay 27 pesqueros de ese tipo retenidos en el terminal portuario ariqueño, a la espera de que sus dueños cancelen multas que sumadas superan los $457,4 millones. Por cada nave son 360 Unidades Tributarias Mensuales (UTM), equivalentes a $16.943.760.
Un flujo que es solo unilateral desde el vecino país hacia Chile, y no viceversa, y con detecciones ya no solo en torno al límite marítimo entre ambos países, sino hasta unos mil kilómetros al sur, en las cercanías de Taltal.
Las detecciones son hechas a lo largo del día, aunque para las de noche se usan visores nocturnos, en especial para enfrentar las malas condiciones climáticas. Las capturas han variado de una a tres naves por cada operativo.
El principal objetivo de estas excursiones en Chile es -por lejos- el codiciado tiburón azul, sobre todo su aleta: en los últimos tres años, la Armada ha detectado en las bodegas de esos pesqueros 39 toneladas.
«Su hábitat se encuentra en espacios de temperatura de agua de mar entre 19 y 21 grados. La masa de agua que tiene esta temperatura no es fija, sino que se desplaza debido a factores como corrientes y fenómenos meteorológicos», explica el capitán de navío Luis Domínguez, gobernador marítimo de Arica.
«(La masa de agua, hábitat del tiburón) se encuentra entre Arica y Antofagasta, a una distancia aproximada de unas 80 a 90 millas de la costa, lo que implica que están dentro de nuestra zona económica exclusiva», añade.
Otras especies que sufren esa extracción ilegal son los huevos de pescado, usados como carnada y alimento, con más de tres toneladas extraídas en los últimos tres años; las palometas, con dos toneladas; y la caballa, con poco menos de media tonelada.
Entre 2016 y febrero de este año, la Armada ha sorprendido entre Arica y Taltal a 27 embarcaciones, con un total de más de 100 tripulantes.
«Patrones, tripulantes y embarcaciones han sido reincidentes. A veces les cambian el nombre a las naves, pero siguen actuando bajo este ilícito», cuenta Domínguez, quien añade que también se han detectado cambios en la fisonomía de las cubiertas de las naves.
El creciente problema obliga a que todos los operativos sean diferentes, con hincapié en el factor sorpresa para hacer efectiva la fiscalización. «Todo es variable en día, lugar, hora y duración», puntualiza. Los implicados son derivados a tribunales y en pocas horas deportados a su país, mientras que las embarcaciones permanecen retenidas un año o más en Arica.
Esta pesca ilegal ha traído consecuencias a los propios infractores, con atenciones de emergencia a tripulantes heridos con amputaciones de dedos, o severas infecciones no atendidas a tiempo en sus pesqueros, provocadas por mordeduras de especies marinas.
Tres son las regiones del extremo norte -Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta- afectadas directamente por esa actividad ilícita, en la que se extraen especies marinas, o solo partes de ellas, como las aletas, que se encuentran protegidas en Chile.