En exclusiva con Mundo Acuícola, la investigadora de la Universidad Austral de Chile conversó sobre el estado actual de la Caligidosis en Chile y las claves para enfrentar el principal “dolor de cabeza” de la industria salmonera.
En el transcurso del Programa de Vigilancia y Control de la Caligidosis (PVCC), surgido a mediados de la década pasada, diferentes reforzamientos se han realizado en busca de un control integrado del Piojo de mar.
Entre ellos, destacan el establecimiento de tratamientos coordinados por barrios (2008); la vigilancia, control, monitoreo y obligatoriedad de baños en ventanas para cargas parasitarias de 6 o más adultos promedio (2009); definición de los Centros de Alta Diseminación CAD y obligatoriedad en el uso de lonas cerradas para tratamientos (2012), Modificación de los criterios para definir CAD, planes de gestión obligatorios y tratamientos no farmacológicos previa información al Sernapesca (2015); y, finalmente, cumplimiento de planes de cosecha para el 25% de la biomasa en aquellos centros calificados como CAD por 3 veces consecutivas.
Este escalamiento de normativas evidencia la complejidad del tema Caligus, y por qué no solo en Chile, sino también a nivel global, representa una de las grandes preocupaciones de la industria salmonicultora. Actualmente, las recomendaciones de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) apuntan a invertir mucho más en estrategias de prevención y, en el caso de realizar tratamientos, que éstos sean con un bajo impacto ambiental.
En este contexto, la Dra. Sandra Bravo, Directora del Instituto de Acuicultura de la Universidad Austral de Chile, Sede Puerto Montt, entregó su diagnóstico respecto a las estrategias de control del Caligus en Chile.
¿Qué tan lejos -o cerca- está la industria salmonicultora de tener controlado el Caligus?
Por el momento, el piojo de mar en Chile está relativamente controlado, gracias al uso de fármacos, como el lufenuron, aplicado en agua dulce, antes de que los smolt ingresen al mar, lo que los protege por un período prolongado y permite que tengan una buena adaptación en el mar. Sin embargo, éste es un parásito que se caracteriza por adaptarse a situaciones adversas y desarrollar resistencia a los químicos usados para su control, por lo que los riesgos son siempre altos y solo depende de la frecuencia de la aplicación de los tratamientos y del período de tiempo de uso. Existen abundantes estudios que demuestran que los genes de resistencia se transmiten de una generación a otra. Es así que los piojos sobrevivientes al tratamiento transmiten a su descendencia la resistencia a un determinado fármaco. Importante es señalar que, de acuerdo a lo documentado por diversos investigadores a nivel mundial, el desarrollo de resistencia en el piojo de mar parece ser irreversible, independiente del tiempo que haya dejado de usarse una molécula.
El año 2020 mostró una mejora en las carga parasitarias, respecto al 2019, aún cuando los pesos de cosecha se elevaron producto de la contingencia, ¿cuáles cree que serían las razones que explican estos resultados?
Efectivamente, los niveles de parásitos se han mantenido bajos, de acuerdo a la información entregada por Sernapesca. Pero esto está, principalmente, relacionado con el uso de fármacos administrados vía oral, suministrados previo a que los salmones ingresen al mar y también con el uso de químicos aplicados, por baño, en la etapa de engorda, en el mar.
A diferencia de lo que ocurre en Noruega, principal productor de salmón mundial, en Chile, el control de Caligus se realiza principalmente a través del uso de fármacos, en tanto que en Noruega se han desarrollado una serie de métodos no farmacológicos, muchos de ellos causantes de severo estrés para los salmones, principalmente cuando están cerca del período de cosecha.
Si bien se ha dicho que este 2021 la tendencia se muestra positiva en cuanto a Caligus, considerando que los fenómenos de variabilidad climática influyen en la aparición de este parásito y, teniendo como antecedente los recientes eventos FAN, ¿cree que existe un riesgo de que las cargas parasitarias aumenten para esta temporada?
Es difícil predecir la situación de Caligus para el 2021. Estos parásitos son altamente sensibles a las condiciones climáticas. Las altas temperaturas y baja pluviosidad contribuyen a que las cargas de piojos se incrementen en los salmones. Frente a este tipo de escenarios, es muy importante que los profesionales, a cargo de los centros de cultivos, tengan la capacidad de detectar tempranamente cuando este parásito comienza a hacerse resistente a los tratamientos con un determinado fármaco. La evaluación permanente de la eficacia de los tratamientos aplicados es clave. Cuando la eficacia de los tratamientos comienza a disminuir, es porque, evidentemente, el piojo ha desarrollado resistencia.
¿Cómo evalúa la incorporación, en estos años, de alternativas no-farmacológicas y preventivas en la industria salmonicultora chilena? ¿Qué aspectos potencian o dificultan la adopción de dichas estrategias?
Los tratamientos no farmacológicos han demostrado tener efectos adversos sobre el bienestar de los peces, unos más estresantes que otros. Por ejemplo, los tratamientos térmicos han mostrado tener un efecto negativo en el bienestar de los peces, considerando que los peces son poiquilotermos, lo que significa que su temperatura corporal se adapta a la temperatura del agua. El someter a los peces a temperaturas sobre los 28ºC por 30 segundos han mostrado ser altamente adversos, generando pánico y dolor en los peces tratados, al igual que el tratamiento con agua a temperatura de 0ºC. A esto se le debe sumar el manejo ejercido sobre los peces, ya que éstos son, primeramente, concentrados en una red, dentro de la jaula, para ser extraídos mediante bombeo y, posterior al tratamiento, retornados a otra jaula, lo que dependiendo de la operación, puede además generar pérdida de escamas y daño mecánico. Este tipo de tratamientos, al ser altamente estresantes, predispone a la manifestación de otras enfermedades. En el caso de Chile, brotes de Piscirickettsiosis, es el mayor riesgo.
Los métodos preventivos, los cuales tienen como objetivo el evitar que los parásitos entren en contacto con los peces, como el uso de una lona que rodee la jaula, en los primeros 10 metros (skirt), por ejemplo, son los que actualmente están siendo privilegiados, pero hay evidencia científica que ha demostrado que los ejemplares juveniles, de vida libre, son capaces de sumergirse a profundidades bajo la lona para alcanzar a los peces. Frente a este escenario, los sistemas de jaulas cerradas son, al parecer, la mejor opción para reducir a cero los riesgos de exposición de los salmones a los piojos.
De las alternativas no-farmacológicas, ¿cuáles cree que entran en conflicto con aspectos como el bienestar animal y por qué?
Los tratamientos no farmacológicos son, sin lugar a dudas, los más estresantes y, entre éstos, los tratamientos térmicos. Hay que considerar que la mayoría de estos tratamientos, incluyendo los tratamientos con agua dulce, contemplan dentro de su operación, el bombeo de los peces desde las jaulas hacia una plataforma en donde se instala el sistema de tratamiento, generando pérdida de escamas y algún grado de daño mecánico. Por otro lado, estos sistemas no tienen carácter de preventivo, ya que solo eliminan a los parásitos que están presentes en el pez, al momento del tratamiento y, una vez finalizado éste, los peces pueden ser nuevamente invadidos por piojos, sobre todo si los piojos eliminados de los peces tratados no son efectivamente retenidos y muertos.
Foto creditos: Sandra Bravo
En esa misma línea, ¿puede tenerse en consideración el uso de biocontroladores?
El uso de peces limpiadores ha sido estudiado desde principios de los 1990´s en Noruega y Escocia. Aun cuando se ha documentado la efectividad de estos peces en el control del piojo de mar, los volúmenes de tratamientos farmacológicos no disminuyeron, por lo contrario, incrementó en la medida que el piojo de mar se fue haciendo resistente. Sin embargo, estos peces biocontroladores siguen siendo usados como complemento a las estrategias de manejo integrado para el control del piojo de mar. En Chile, hay algunas experiencias con peces nativos, para uso como biocontroladores, pero a la fecha no se tienen resultados prometedores.
A su juicio, ¿cuáles son las claves para alcanzar un manejo integrado del Caligus en Chile?
Es sumamente complejo, ya que, por la forma de producción, lo único que separa a los peces del ambiente es una red-jaula, por lo que están permanentemente expuestos a las condiciones ambientales y a la presencia de patógenos que se encuentran en el mar. En los inicios de la salmonicultura estos piojos fueron controlados haciendo uso de fármacos antiparasitarios, pero en la medida que se fueron haciendo resistentes, la situación se fue complicando, lo que llevó a que investigadores, de los diferentes países productores de salmón, nos reuniéramos periódicamente, para compartir experiencias respecto a la situación epidemiológica particular y a las estrategias de control efectivas. Es así que se generaron estrategias y recomendaciones de manejo integrado para el control del piojo de mar, lo que incluye una serie de medidas basadas en el conocimiento biológico y epidemiológico de estos parásitos, entre éstas, la rotación de fármacos, con distinto modo de acción, períodos de descanso, teniendo en consideración el ciclo de vida del parásito, monitoreo periódico de la estructura poblacional de los piojos en el pez, manejo integrado entre centros de cultivos en áreas compartidas y el control dirigido preferentemente hacia las hembras, responsables de la producción de huevos. Estas medidas fueron implementadas por los diferentes países, incluido Chile. Pero, a pesar de todas las estrategias implementadas, el piojo sigue siendo la principal amenaza para la industria del salmón en el mundo.
Foto creditos: Sandra Bravo
¿Qué prácticas productivas deben ser cambiadas para mejorar la prevención en barrios y áreas geográficas?
Sin dudas, lo más relevante es tener en consideración la biología y comportamiento epidemiológico de estos parásitos, lo que está altamente influenciado por las condiciones climáticas y oceanográficas. Estos parásitos se mueven y distribuyen a través de las corrientes marinas. La dispersión de estos parásitos depende de la velocidad y dirección de la corriente, por lo que es fundamental conocer el sistema de corrientes que afectan a los centros de cultivos y como éstas se conectan, sabiendo que estos parásitos, en condiciones de laboratorio, pueden sobrevivir aproximadamente 10 días, libres en el mar, sin un hospedador.
Hasta ahora, el foco ha estado puesto en cómo matar al parásito, pero éste es un parásito primitivo, que ha sobrevivido y se ha adaptado a una serie de eventos que han ocurrido en este planeta, por lo que su eliminación y/o erradicación no es factible. Frente a este escenario y, en ausencia de nuevos métodos de control, lo recomendable parece ser, la consideración de métodos preventivos, como evitar que el parásito entre en contacto con los salmones de cultivo.
Desde el enfoque de la prevención, ¿por qué medidas como el mayor distanciamiento entre centros aún no han podido ser ejecutadas?
Como señalé en el punto anterior, no es la distancia entre centros lo relevante. Lo relevante es conocer la dinámica de las corrientes. Los huevos generados por las hembras grávidas son acarreados por las corrientes, también las etapas de vida libre (nauplius y copepoditos), por lo que la infestación de piojos es generada por los centros de cultivos que se encuentran corriente arriba y no necesariamente en el mismo centro de cultivo. Esto es la base del manejo entre centros de cultivos que comparten una misma masa de agua.
Entrevista: Dra. Sandra Bravo
Publicada en revista digital Mundo Acuícola
Edición 130
abril 2021