500 pescadores artesanales, cultivadores y recolectores de la región de Antofagasta se podrían ver beneficiados con esta innovadora propuesta de científicos de la Universidad de Antofagasta. Reducir el impacto de...
500 pescadores artesanales, cultivadores y recolectores de la región de Antofagasta se podrían ver beneficiados con esta innovadora propuesta de científicos de la Universidad de Antofagasta.
Reducir el impacto de la extracción de macroalgas en las praderas marinas, mediante la generación de semillas en ambientes controlados (hatchery), beneficiando así tanto al medioambiente como a los recolectores, y junto con eso, promover un negocio basado en la sustentabilidad, son algunos de los objetivos de un proyecto FIC-R que está desarrollando el Departamento de Ciencias Acuáticas y Ambientales de la Facultad de Ciencias del Mar y Recursos Bilógicos de la UA.
El proyecto denominado “Capacitación y producción en ambiente controlado (hatchery) de recursos hidrobiológicos” comenzó a ejecutarse en julio de 2019 y tendrá una duración de 2 años. Los recursos financieros aportados por el FIC-R suman 245 millones de pesos.
Desde hace algunos años, los pescadores artesanales de puertos y caletas del norte de Chile, han variado su actividad tradicional hacia la recolección de macroalgas debido la alta demanda que presentan en el mercado internacional. Lo anterior, también provocó una sobre explotación de las especies, llegando incluso a su desaparición en algunos sectores, como consecuencia del mal manejo y de la explotación indiscriminada por parte de ilegales.
El investigador y director del proyecto Dr. Marcos Guiñez Araya, explicó que las macroalgas con cuales están trabajando son Huiro negro (Lessonia berteroana) Huiro Flotador (Macrocystis pyrifera), Pelillo (Agarophyton chilensis) y Chicorea de mar (Chondracanthus chamissoi), existiendo la posibilidad de agregar otras especies que sean solicitadas por el sector productivo pesquero artesanal.
“Las praderas marinas donde se ubican estas macroalgas, también son el principal hábitat de las especies bentónicas en su estado juvenil, como, por ejemplo, erizos, locos y lapas. Es por esta razón que los esfuerzos por repoblar estas especies, no sirven de nada si no se comienza por un repoblamiento de las algas”, explicó el doctor Guiñez.
Hatchery
La iniciativa busca generar un sistema de hatcheries multitróficos (donde se producen las semillas en un ambiente controlado) para el repoblamiento y la acuicultura de las principales especies comerciales, con lo cual, mediante la transferencia tecnológica se beneficiarían más de 500 recolectores y sus familias.
Otro beneficio que tendría el proyecto, en palabras del doctor Guiñez, sería un posible aumento del consumo humano de estas algas (por su alto potencial alimenticio), así también como una mayor disposición de alimento para otras especies comerciales, por ejemplo, el Abalón y la producción de perlas asociada (iniciativa que también desarrolla la UA).
“Además, existen investigaciones científicas avanzadas para utilizar estas macroalgas en biorremediación ambiental, pues tienen propiedades para absorber metales pesados en zonas altamente contaminadas”, explicó el investigador de la UA.
Diversificación
Actualmente ya se habilitó el Hatchery en dependencias de la Facultad de Ciencias del Mar y Recursos Biológicos de la UA, lo cual permite dar continuidad a las distintas iniciativas respecto al repoblamiento de algas, donde actualmente se trabaja en conjunto con pescadores artesanales y buzos mariscadores de la región.
“Este hatchery permitirá generar el repoblamiento y cultivo de las principales especies de importancia comercial, como las algas pardas y rojas, las que superan ampliamente las exportaciones de los demás recursos pesqueros artesanales. Eso, asociado a una evaluación económica, un plan de negocios y la capacitación técnico-científica para los pescadores, permitirá generar nuevos y mejores planes de manejo de los recursos bentónicos, posibilitando obtener recursos de manera sostenible, contribuyendo al manejo ecosistémico del borde costero”, finalizó el investigador Marcos Guiñez Araya.