En el marco de la expedición “Science & Art: The Future of our Ocean” (“Ciencia y arte: el futuro de nuestro océano”), organizada por el Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh), los investigadores regresaron al lugar con el objetivo de rescatar la boya biogeoquímica.
La información recolectada será clave para entender los efectos del cambio climático en los ecosistemas de fiordos de la Patagonia chilena.
En marzo de 2018, un equipo de científicos chilenos instaló una boya biogeoquímica en el Seno Ballena, ubicado al oeste del Estrecho de Magallanes. Desde aquella época hasta ahora, diversos sensores han medido las características físicas, químicas y biológicas del agua en profundidad. Particularmente, los instrumentos oceanográficos entregan información del pH, dióxido de carbono (CO2), temperatura, salinidad y oxígeno disuelto.
En el marco de la expedición “Science & Art: The Future of our Ocean” (“Ciencia y arte: el futuro de nuestro océano”), organizada por el Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh), los investigadores regresaron al lugar con el objetivo de rescatar la boya biogeoquímica.
La campaña oceanográfica tuvo una duración de cuatro días a bordo de la embarcación Marypaz II. Paralelamente, el equipo de investigadores colectó muestras de agua para realizar estudios sobre las diversas especies de Floraciones Algales Nocivas (FANs), conocidas comúnmente como mareas rojas.
“Como en otras compañas desplegadas anteriormente, fotografiamos el retroceso del glaciar Santa Inés dentro de Seno Ballena y medimos las variaciones presentes en la columna de agua. Además, se tomaron muestras de fitoplancton, nutrientes, toxinas y clorofila en un transecto de 30 km.”, comentó Marco Pinto-Torres, biólogo marino del Centro IDEAL.
El investigador consideró el desarrollo de la campaña oceanográfica como un éxito, tomando en cuenta los diversos protocolos de seguridad para salvaguardar la integridad del equipo de trabajo a bordo de la Marypaz II, en tiempos de pandemia.
“Con estos resultados podremos plantear nuevas preguntas de investigación respecto a los efectos que tendrá el dióxido de carbono (CO2) y la acidificación (freshening) en los mares del sur. Los datos colectados serán cruciales para entender los efectos del cambio climático en los ecosistemas del Seno Ballena, que es un sitio de tránsito y alimentación de cetáceos y alberga al glaciar Santa Inés. Hasta la fecha, no se sabe cuál será la influencia del derretimiento estacional de esta masa de hielo”, manifestó el investigador.
En la expedición, también se llevó a cabo el proyecto “Behold The Ocean” encabezado por la fotógrafa alemana Akosua Adu-Sanyah. La iniciativa exploró visualmente el trabajo de campo de los investigadores climáticos, así como también el paisaje en el que se desenvuelven los científicos.
La iniciativa busca ir más allá de las tendencias populares y descubrir el aspecto humano en la ciencia, los desafíos y la espera, además de resolver preguntas como: ¿Quiénes son las personas que trabajan en soluciones que nos ayudarán a construir un futuro sostenible?