Reproducimos la columna de opinión de Álvaro Varela, fiscal de AquaChile, respecto al desarrollo futuro de la industria salmonera.
Se ha dicho mucho que la industria del salmón chilena debería seguir el ejemplo de la noruega, cuestión que presenta variados aspectos específicos que no son del alcance de esta breve columna.
En las actuales circunstancias en que el Ejecutivo ha anunciado la redacción de un proyecto para una Nueva Ley de Acuicultura, sí es relevante seguir el ejemplo de la estrategia de desarrollo de la industria del salmón de Noruega.
En efecto, se ha dado cuenta que “En relación con la presentación de la estrategia “Un mar de oportunidades”, donde el gobierno (noruego) vería el desarrollo de la industria de la acuicultura en una perspectiva de 10 a 15 años, el medio de comunicación NTB informó que el objetivo de producción de quintuplicar el salmón y la trucha para 2050 aparece en la estrategia «Un mar de oportunidades» (Ole Andreas Dronnen, Salmonexpert, publicado el 13/9/2022).
El objetivo de crecimiento de la producción de salmón en Chile es la estrategia inevitable que debe seguirse para el desarrollo de esta industria nacional, de no hacerlo quedará lejos de la posición mundial en que se encuentra hoy.
Así es como un reciente estudio da cuenta que “El principal competidor de Chile, Noruega, espera más que triplicar su producción de salmón al año 2050. Manteniendo constante la producción de los demás productores y asumiendo que su meta se concreta, la participación de Chile se reduciría al 17% en 2050, frente al 37% del año 2022, el último año con datos anuales disponibles” (Pivotes, “Una mirada a la salmonicultura chilena”, 15/2/2024).
El citado estudio de Pivotes da cuenta de una cuestión crucial en el desarrollo de la industria que debe ser enfrentada, entre otras, en la Nueva Ley: “Actualmente, las concesiones de acuicultura se encuentran estancadas, lo que es un impedimento para el crecimiento de la industria”.
Una estrategia de desarrollo de la industria salmonera redundará, entre otros muchos efectos, en menores emisiones de Gases de Efecto Invernadero en la producción de alimentos, en exportaciones que significarán mayor aporte al PIB, nacional y regionales, y en seguir profundizando la reducción de la pobreza en las zonas en que opera como ha ocurrido los últimos años.
Cualquier estrategia de desarrollo contemplará, sin lugar a dudas, las pertinentes medidas de resguardo de los ecosistemas con los que actúa.
Chile es un mar de oportunidades que la Nueva Ley de Acuicultura deberá considerar y promover.
*Por Álvaro Varela, fiscal de AquaChile