Cómo reutilizar el creciente volumen de restos de la industria local de crustáceos es el objetivo de un proyecto impulsado por el Inach, con un claro componente de vinculación ciencia-empresa...
Cómo reutilizar el creciente volumen de restos de la industria local de crustáceos es el objetivo de un proyecto impulsado por el Inach, con un claro componente de vinculación ciencia-empresa (La Prensa Austral).
Cómo hacerse cargo de los desechos de la industria pesquera en Magallanes que, en su gran mayoría, van a parar a los vertederos municipales es la problemática de la cual un equipo de investigadores se quiere hacer cargo.
A un año de trabajo, estas indagaciones ya están teniendo un resultado interesante: el hallazgo de componentes de acción antibacteriana en los desechos de krill antártico y centollón, los que pueden usarse con fines biotecnológicos.
El doctor Marcelo González Aravena, jefe del departamento científico del Instituto Antártico Chleno (Inach), hizo ver a Ciencias que en este tipo de investigaciones hay un tremendo potencial para la región.
“La industria pesquera, incluso la salmonicultura, están generando volúmenes crecientes de desechos, por cuya eliminación se les cobra. Con este tipo de trabajos queremos aportar a resolver un problema objetivo, entregando elementos e información cierta que, quizás, permita que jóvenes empresarios se animen a obtener bioproductos a partir de estos residuos”, indicó.
En particular, el proyecto que él lidera fue posible gracias a la adjudicación de recursos del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC), dependiente del gobierno regional. El CORE aprobó destinar unos $200 millones para indagar la potencialidad antibacteriana de los desechos de la industria de crustáceos.
Según se explicó en el Inach, el trabajo consiste en explorar las posibilidades de reutilización de restos blandos (vísceras) y duros (caparazones) de centollones y kril, asunto que el Dr. González considera resultaría beneficioso para el medioambiente y también para la industria. La empresa “Productos Marinos Puerto Williams Ltda.” colabora con este sondeo científico. Los resultados eventualmente podrían ampliarse a la industria local de erizos y centollas.
El Dr. González hizo ver que, en el primer año de ejecución de la iniciativa, ya han identificado compuestos peptídicos que presentan actividad antibacteriana contra bacterias patógenas como Escherichia coli, Staphylococcus aureus y Listeria monocytogenes. “Actualmente, se están realizando ensayos antibacterianos contra bacterias multirresistentes a los antibióticos. Para los doce meses que restan de trabajo, se buscará la obtención de péptidos que pudieran tener, además, actividad biomédica, como antihipertensivos o antioxidantes”, informó el Inach.
Al respecto, González valoró este tipo de asociación entre la comunidad científica y las empresas que están operando en la zona. “Este vínculo ciencia-empresa abre un interesante mundo para la ciencia regional”, reafirmó.
Hizo ver que, en el caso del Programa Nacional de Ciencia Antártica, no sólo se han logrado interesantes publicaciones, sino el hallazgo de biorrecursos y bacterias que pueden ser usadas en la industria biomédica.
Recordó que la primera patente de un compuesto de krill la registró un Premio Nacional de Ciencias, profesional de la Universidad de Chile a fines de la década de los 90. “Se aisló una enzima y, desde entonces, ha habido un montón de patentes, siendo la más espectacular una molécula de planta antártica que tiene propiedades para tratar el cáncer de colon y de recto. Se trata de una actividad muy potente por ese lado”, puntualizó.
Incremento de la industria pesquera
El proyecto que está encabezando el Dr. González busca hacerse cargo de una de las externalidades de la industria pesquera en Magallanes, que ha experimentado un fuerte crecimiento en los últimos años y que se proyecta al alza. Pese a ello, no se está dando una solución para reutilizar parte de sus desechos, perdiéndose la posibilidad de reciclar este material biológico que puede ser usado con fines biotecnológicos y así incrementar la cadena de valor de esta industria.
“Buscamos formas de disminuir la cantidad de desechos y crear nuevos productos a partir del material que se cree perdido, entrando así en la valorización de los mismos y en un aporte a la sostenibilidad. Además, este tipo de residuos puede ser fuente de obtención de compuestos con aplicación y usos importantes en otros entornos, como la obtención de sustancias biomédicas y antimicrobianos”, señaló el Dr. González.
“En el caso del centollón –agregó-, sus caparazones y parte de su material blando son un problema para la empresa que procesa este recurso. A ella le cobran por eliminar los desechos y, además, el creciente volumen de éstos es un problema sanitario. Hay más volumen de basura y material biológico que se pierde. Por eso, estamos empeñados en demostrar que puede tener un valor agregado y éste puede ser un negocio”.
Explicó que en el caso del centollón y del krill están realizando en el laboratorio una hidrólisis ácida de los desechos blandos, ya que de la separación de los materiales biológicos por una reacción química se pueden obtener compuestos que podrían tener actividad antimicrobiana.
Previamente, hace dos años, el investigador del Inach había trabajado en la búsqueda de moléculas antimicrobianas en bacterias antárticas. Por otro lado, existen estudios similares en China, por ejemplo, donde se han realizado trabajos en esta área investigativa con camarones y también con kril.
Vinculación ciencia-empresa: potencial regional
El jefe del departamento científico del Inach convino en que en este tipo de investigaciones hay un tremendo potencial para la región. Dedicar tiempo e invertir en indagatorias sobre los recursos subantárticos –incluidos los de la industria salmonera- debe ser un imperativo regional, opinó.
“Ideal sería que la empresa a la cual presentamos el proyecto y otras pudieran ver en estos trabajos la posibilidad de iniciar una nueva línea de negocios”, señaló.
Al respecto, observó que en el caso de los erizos, de éstos sólo se utiliza y exportan actualmente las gónadas, quedando una cantidad impresionante de desechos.
“En Magallanes, falta el ecosistema que pudiera ser implementado y que empresarios jóvenes se animaran a desarrollar biotecnología en pequeñas empresas. El desarrollo de la región pasa por esto. Se ha entregado un montón de recursos a proyectos sin mayor sentido y de éstos no se ha logrado ninguna patente”, cuestionó.
El Dr. González valoró que, a través de esta línea investigativa, el Inach está incorporando a nuevos investigadores y que muchos magallánicos que han emigrado a estudiar fuera de la región están regresando a los laboratorios del Inach para hacer sus tesis. “Esto ayuda un poco a cortar esta sangría y de emigración de talentos de la cual sufre la región”, remarcó.