Adolfo Alvial Muñoz Director regional CORFO Los Lagos La acuicultura en cuerpos de agua marinos y dulceacuícolas ha puesto énfasis en las economías de escala, la intensidad del cultivo y...
Adolfo Alvial Muñoz
Director regional CORFO Los Lagos
La acuicultura en cuerpos de agua marinos y dulceacuícolas ha puesto énfasis en las economías de escala, la intensidad del cultivo y en el combate de las enfermedades que se desprenden de esas condiciones de producción. Este ha sido el rasgo fundamental de esta industria en distintos lugares de mundo y que ha sido aplicada sobre distintas especies – objetivo. En los inicios del desarrollo de mayor escala de esta actividad a nivel global, que puede situarse alrededor de las décadas de los 70´s y 80´s en el siglo pasado, se ponía más atención en su efecto supletorio de recursos de la pesca extractiva en franco agotamiento o sobre explotación, que en sus potenciales efectos de mediano y largo plazo. Todo parecía auspicioso, había crecimiento y no había grandes indicadores de impactos ambientales y de salud animal y humana que merecieran atención, con excepción de algunos trabajos especializados de carácter científico.
No obstante, este modelo que mostraba una alta productividad por unidad de área o volumen, comenzó a mostrar debilidades que se fueron haciendo cada vez más evidentes y que se desprendían de efectos acumulativos, que se fueron traduciendo en pérdidas de eficiencia e incluso de sostenibilidad de la acuicultura. Como consecuencia, una actividad que en primera instancia mereció elogios por su contribución a la restitución de recursos en proceso de agotamiento, pasó a tener niveles crecientes de cuestionamiento. Los esfuerzos se fueron concentrando en el desarrollo de tecnologías que permitieran todavía mantener el modelo intensivo, en desmedro de la generación de conocimientos científicos que sostuviera tecnologías efectivas en el mediano y largo plazo. La intensidad con control de enfermedades era el gran objetivo, que debía permitir sostener costos bajos para producir grandes volúmenes. El modelo comenzó a hacer crisis, cuando controlar las enfermedades se hizo más difícil, costoso y riesgoso para la salud humana y el ambiente.
Así, todo indica actualmente que la industria enfrenta el término del modelo productivo predominante desde el inicio de su franco crecimiento global, y que las exigencias del propio negocio, la comunidad y los consumidores, exigen nuevas aproximaciones científico – técnicas y productivas. Hoy, la acuicultura se encamina en el mundo -con mayor o menor rapidez- según la madurez de las distintas industrias, hacia un modelo consistente con la capacidad de carga de los ambientes que utiliza y que, consecuentemente, frente a las enfermedades actúa de forma preventiva. La intensidad y el éxito de productividad cortoplacista y reduccionista comienza a dar lugar al desarrollo de una actividad fuertemente sostenida por el conocimiento científico y el respeto por las comunidades humanas donde se desarrolla dicha producción.
La acuicultura sigue siendo una solución potencial de alto impacto a la falta de alimentos del futuro, pero sobre la base de modelos productivos sólidamente basados en los elementos señalados. Hoy no es respuesta suficiente la generación de divisas para un país o territorio, e incluso la generación de puestos de trabajo, si esto no va acompañado de programas y acciones claramente orientados a minimizar los riesgos ambientales y sociales de un modo demostrable.
Es otro tiempo para la acuicultura, son otros los desafíos y comprometen un gran esfuerzo público y privado para que se materialice efectivamente esta promesa de futuro que alentó sus inicios a mayor escala en el mundo, pero donde la sustentabilidad y no la intensidad cortoplacista, sea la aproximación que ilumine su desarrollo.