"Como Pescadores Industriales del Biobío, nos interesa informar y, a su vez, refutar varios conceptos expresados en el texto del Sr. González", señalaron.
En razón de la columna de opinión «Chile, país pesquero y oceánico: Un desafío para la nueva Constitución», escrita por Pablo Fernando González, Pescadores Industriales del Biobío cuestionaron la objetividad de lo manifestado por el representante de Pyme Innovación Biotecnología Marina.
Verónica Ceballos Barrón, Gerente de Asuntos Públicos, ASIPES:
El señor Pablo González publica una serie de sentencias y apreciaciones en tono informativo, cuando no pasan de ser opiniones y lugares comunes en una suerte de torbellino de acusaciones, denuncias e imputaciones de todo tipo cuyos responsables serían las empresas, la política, el Congreso, el Gobierno, las universidades, Corfo y una larga lista de instituciones que no califican para el Chile del futuro, según aprecia el autor.
En lo que a nosotros respecta, como Pescadores Industriales del Biobío, nos interesa informar y, a su vez, refutar varios conceptos expresados en el texto del Sr. González.
Lo primero es relativo a la “devastación” del mar chileno que “informa” el autor, sin más datos o insumos, que su particular visión. Pues bien, el reciente informe “Estado situación de Pesquerías de la Subsecretaría de Pesca”, correspondiente al año pesquero 2020, arroja muy buenas noticias para el sector pesquero en su conjunto, pues señala que las pesquerías siguen presentando signos de recuperación, ninguna tuvo cambios negativos en su estado y 4 de ellas pasaron de estar sobreexplotadas a encontrarse sanas y en plena explotación.
En la macrozona centro sur de Chile, el 75% de las pesquerías en las que tienen participación las empresas socias del gremio, se encuentran sanas. Es destacable el cambio de estatus favorable de la Anchoveta (V – X), uno de los recursos pelágicos más importantes para la pesca artesanal del Biobío. Su biomasa total aumentó en un 41% con respecto al 2019, llegando a su valor más alto en los últimos 10 años. Esto le permitió alcanzar un estado de plena explotación. En tanto, el jurel, principal pesquería industrial de la zona centro sur, que cuenta con certificación internacional de sostenibilidad, sigue mostrando una recuperación continua, con una tendencia creciente de su biomasa.
Es importante tener presente que en Chile 6 de 10 peces están en manos del sector artesanal, que le reportan un valor cercano a US$ 2 mil millones anuales. Nada mal para un océano sin riquezas, según la visión del Sr. González. Si bien existen pesquerías compartidas entre ambos sectores, como la sardina-anchoveta, el jurel y la merluza, la gran mayoría como la jibia, lenguado, corvina, sierra, cojinoba y otras, así como recursos bentónicos, como algas, moluscos y algunos crustáceos son de manejo exclusivamente artesanal a lo largo de todo Chile.
También el Sr. González nos relata que los chilenos casi no tienen acceso a los recursos pesqueros, dado el “modelo extractivista-exportador de la actividad de bajo valor agregado”. Bueno, la verdad es que las empresas socias de Asipes (Blumar, Camanchaca, PacificBlu, FoodCorp y Landes) más Orizon, que operan en la macrozona centro – sur, destinan el 85% de sus capturas a consumo humano directo, donde por ejemplo el 75% de la merluza común queda en el mercado nacional, llegando a almacenes de barrios y supermercados, lo mismo ocurre con las conservas de jurel. Si a eso sumamos que la harina de pescado que producen las plantas pesqueras y que tiene destino la alimentación de animales y peces de cultivo, el aporte de la pesca industrial a la cadena alimentaria nacional es estratégico, fundamental y de alto valor, en tiempos de pandemia y crisis como las que vive el mundo.
En algo sí coincidimos con el autor y es en su afirmación que la Merluza Común se encuentra “devastada”. Según explica, esto se debería a la actividad extractiva industrial. Sin embargo, omite el informe de febrero de este año del Comité Científico Técnico de Recursos Demersales de la Zona Centro Sur -órgano asesor de la Subsecretaría de Pesca- compuesto por destacados científicos y expertos, que señala que el estado de la merluza se debe “al elevado nivel de ilegalidad en la pesquería”. Es decir, es un recurso que según, diversos informes, está afecto a un gravísimo fenómeno de pesca ilegal artesanal que impide su recuperación y, en ello, nada tiene que ver la pesca industrial.
Por último, tal como lo hemos reiterado en un sinnúmero de ocasiones, llamamos a la responsabilidad y objetividad respecto de las “informaciones” que se emiten sobre el sector pesquero en su conjunto, pues la permanente tergiversación de los hechos ocasiona distorsiones públicas que terminan afectando el empleo, desarrollo y competitividad de un sector productivo que es fundamental en los territorios donde opera.