WWF afirma que el Tratado de Alta Mar es necesario para implementar el Marco Global de Biodiversidad, que compromete a los países a proteger y conservar al menos el 30% del océano, y asegurar que el 30% de las áreas degradadas estén bajo restauración, para 2030.
Luego de casi dos décadas de elaboración y con los delegados trabajando sin descanso para alcanzar un acuerdo final, el texto establece mecanismos para conservar y utilizar de forma sostenible la biodiversidad marina en zonas situadas fuera de las jurisdicciones nacionales, incluida la alta mar. WWF plantea que el acuerdo permitirá la creación de Áreas Marinas Protegidas (AMP) de alta mar y ayudará a cerrar las brechas existentes del actual mosaico de organismos de gestión, lo que redundará en una mejor cooperación y un menor impacto acumulativo de actividades en alta mar, como el transporte marítimo, la pesca industrial y otras explotaciones de recursos.
«Lo que ocurra en alta mar ya no estará ‘fuera de la vista, fuera de la mente’. El Tratado de Alta Mar permitirá el tipo de supervisión e integración que necesitamos si queremos que el océano siga proporcionando los beneficios sociales, económicos y medioambientales de los que disfruta actualmente la humanidad», afirma Jessica Battle, principal experta en Gobernanza y Políticas Oceánicas Mundiales, que dirigió el equipo de WWF en las negociaciones. «Ahora podemos considerar los impactos acumulativos en nuestro océano de una manera que refleje las interconexiones en el contexto de una economía azul y de los ecosistemas que la sustentan», agrega.
WWF afirma que el Tratado de Alta Mar es necesario para implementar el Marco Global de Biodiversidad, que compromete a los países a proteger y conservar al menos el 30% del océano, y asegurar que el 30% de las áreas degradadas estén bajo restauración, para 2030.
«Este es un momento histórico para los océanos, que marcará el comienzo de una nueva era de responsabilidad colectiva para el bien común más importante de nuestro planeta», señala Pepe Clarke, líder de la Práctica de Océanos de WWF. «El año pasado, las naciones se comprometieron a detener y revertir la pérdida de naturaleza para 2030. El logro de hoy es un paso significativo hacia el cumplimiento de esa promesa”, comenta.
Para Yacqueline Montecinos, coordinadora de Biodiversidad Marina y Políticas Oceánicas de WWF Chile, este tratado “será una herramienta clave para la conservación de diversas especies marinas, entre ellas grandes cetáceos y sus corredores azules, al permitir protección efectiva de zonas en donde se encuentran sus rutas migratorias, a través de la declaración e implementación de AMPs en las áreas fuera de la jurisdicción nacional de los países.
“Esta noticia es muy relevante para Chile, que ha sido uno de los países que ha impulsado con fuerza el logro de este acuerdo, considerando la gran importancia que tiene la conservación marina para el presente y futuro de nuestro país, tanto de su naturaleza como de sus personas y comunidades”, agrega.
Para WWF es muy satisfactorio que las actividades en alta mar estén sujetas a evaluaciones de impacto ambiental proporcionales a la escala de los impactos. Todas las actividades que puedan repercutir en la vida oceánica tendrán que estar cubiertas por estas evaluaciones, lo que brindará la oportunidad de detener las actividades perjudiciales y reducir los impactos acumulativos. Esto será especialmente importante cuando se trate de posibles actividades futuras, como la explotación minera de los fondos marinos y la captura y almacenamiento de carbono en aguas profundas, de las que actualmente se tienen muy pocos conocimientos sobre sus impactos.
Además, el Comité de Aplicación y Cumplimiento hará operativa la cooperación reforzada de forma significativa, y un mecanismo de resolución de litigios dará a los Estados la oportunidad de tomar medidas contra las infracciones.
La obligación de los Estados desarrollados de compartir conocimientos y tecnologías y de crear capacidad entre los países facilitará una participación más equitativa en la conservación de la alta mar, en particular para las naciones en desarrollo.
«Los defensores de los océanos de todo el mundo pueden saborear este momento que lleva años gestándose», afirma Battle. «Pero no se trata de una línea de meta. Para que las buenas intenciones del tratado den resultados en el agua, tenemos que seguir presionando. Una vez resueltos los aspectos técnicos y aprobado el tratado, debe entrar en vigor para que pueda ponerse en práctica: todos los países deben firmarlo y ratificarlo formalmente e incorporarlo a su legislación nacional. Las palabras importan, pero nuestro océano necesita acción».
La alta mar sustenta pesquerías cruciales, proporciona hábitats para cientos de miles de especies y ayuda a mitigar los impactos climáticos, ya que en los últimos 10 años el océano ha absorbido el 23% de las emisiones de carbono relacionadas con la actividad humana. La alta mar y la fauna que migra a través de estas aguas recibirán por fin la atención que merecen, una vez que un número suficiente de países adopten y ratifiquen este acuerdo que permitirá la entrada en vigor del instrumento.