El Sindicato de Caleta Perone tiene 30 socios y 13 son mujeres, quienes siguen perpetuando la labor iniciada por sus antecesores.
Las socias del Sindicato de Pescadores Artesanales de Caleta Perone que desde niñas aprendieron el oficio que ejercían sus abuelos, sus padres, como la señora María Lara quien desde los 11 años -ya tiene 76-, caminaban por senderos y cerros hasta llegar a los requeríos donde crece la verdura que emana del mar, y que ellas extraen a mano o ayudadas de un simple gancho de metal que les permite acercarlas y así no tener que internarse mucho en el mar. Es un trabajo pesado-dice-muy cansador y que nos deja algo de recursos que hoy en que las cosas están tan caras, nos ayuda para la mantención del hogar.
Es la vida de las mujeres que viven en las caletas, que valoran la tranquilidad, el aire saludable más allá de los sacrificios que tienen que hacer para ayudarse en una vida mejor. Ven con esperanza lo que se viene, la Ley de Caletas en que por 30 años el espacio donde residen le será entregado en concesión por 30 años.
“Uno sueña- dice la señora María y agrega- quereos vender los productos aquí mismo.
Tener puestos donde atender a los visitantes que poco nos conocen y cuando llegan se sorprenden de la belleza del lugar. Porque tener que extraer las algas, lavarlas, secarlas para después trasladarse a las ferias libres de la comuna de Hualpén a vender es muy desgastador. Es un constante ir y venir, cansada pero hay que hacerlo” dice y cuenta que tiene problemas al corazón, la operaron y hoy tiene un marcapasos que le ayuda en su salud».
Pamela Chamorro empezó a trabajar a los 11 años y dice “Es una actividad laboral que sólo se puede ejercer en verano y cuando el mar está en calma. En otras temporadas es el hombre el que sale en bote tras los recursos. El alga crece en torno a los roqueríos y nosotros ahí trabajamos, agachadas sacándolas y con el peligro de caer porque las rocas son resbalosas así que tenemos que tener un cuidado enorme aunque ya estamos acostumbradas. Lo aprendí siendo niña viendo a mis abuelos. Es un quehacer histórico que viene de generación en generación. Los jóvenes aprovechan de trabajar para juntar la plata para el colegio es una constante en las familias de esta caleta, al menos, y las algas hoy son requeridas para platos especiales y la gente las compra más que antes».
Cecilia Ibáñez Lara agrega “el recurso se extrae de forma artesanal y siempre ha sido así. Tanto el hulte como el cochayuyo y el luche son abundantes en las rocas de la caleta.Lo sacamos a la orilla y después en sacos hay que subirlos a donde están las casas para procesarlos y poder venderlos. Nosotros hacemos la misma pega del hombre pero la verdad es que estamos acostumbrados a la rutina del mar y a nuestra vida de trabajo en tranquilidad, lejos de conflictos, rodeados de naturaleza, vegetación. Pero confiamos en que algún día llegará el progreso por aquí, con la Ley de Caletas podremos vender aquí mismo, sin tener que caminar a las ferias libres más cercanas” sostiene.
El Sindicato de Caleta Perone tiene 30 socios y 13 son mujeres. Algunas nacieron en esta caleta por lo cual siguieron los pasos de sus padres y abuelos en la recolección de algas para ayudar el sustento de la familia manteniendo una tradición histórica de emprendimiento y apoyo.
Como organización están integrados a Ferepa Biobío, cuyo dirigente, Mauricio Andrade Merino agrega “ el 50 % de los asociados son mujeres que ejercen distintas actividades vinculadas al mar. Las algueras son las más conocidas y esforzadas pero que tienen una fuerza interior admirable. Es un trabajo pesado, de esfuerzo que ejerce en muchos casos la familia completa. Nosotros queremos invitar a la comunidad a que venga a las caletas, son lugares llenos de vegetación, de vida saludable y así estarán apoyando a estas mujeres en su trabajo a orilla del mar.