A pesar de sus más de cuatro mil kilómetros de costa, en Chile la carne sigue siendo la protagonista en la mesa.
En 2017 , desde la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura se estableció la meta de aumentar en un 50% el consumo de pescados y mariscos para 2027. Desde entonces, las cifras per cápita al año han pasado de 13,2 a 15,8 kilos.
En lo que a consumo de pescados se refiere, Chile es una paradoja: hay más de cuatro mil kilómetros de costa y, aun así, la carne sigue siendo la protagonista en la mesa. En 2020, según el INE, 79,2 kilos de carnes fueron consumidas en el país, entre vacuno, pollo, cerdo, pavo y oveja.
Muy por debajo están los pescados con 15,8 kilos per cápita al año, aunque las noticias no son del todo malas, pues la tendencia ha ido en aumento. Chile pasó de comer 13,2 kilos anuales por persona en 2017, a 15,8 en 2021. Ello gracias a la implementación del plan estratégico “Del Mar a Mi Mesa” de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura que estableció como meta 20 kilos por persona al año.
¿Por qué se busca aumentar el consumo? Leyla Juri, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Católica del Maule (UCM) explicó que una ingesta de 300 gramos de pescado a la semana es lo recomendado y que “la idea de darle más énfasis es aprovechar todos los beneficios nutricionales que tienen los pescados, nos referimos a la protección cardiovascular y, en el caso de los niños, al aporte de ácidos grasos esenciales para el sistema nervioso. Podemos abordar también una serie de enfermedades crónicas cuya prevalencia ha aumentado y el consumo de pescado sería un factor protector en la salud de la población”.
Propuestas
La académica UCM propone que “una manera de aumentar el consumo es incentivándolo en preescolares y escolares. Las minutas de JUNJI o JUNAEB podrían incorporar pescado, es un público objetivo muy complejo porque es mucho más selectivo y fomentarlo a través de las minutas del programa de alimentación escolar sería muy destacable”, afirmó.
De hecho, el consumo entre escolares está muy por debajo del promedio nacional y solo alcanza los 4,8 kilos al año. Al consultar las minutas públicas de abril para los establecimientos más grandes de la región, el menú de los estudiantes de enseñanza media incorpora atún en budín y jurel en croquetas entre cinco y seis días al mes.
La académica advirtió que no basta con ofrecer el producto si no existe un cambio cultural y si no se diversifican las preparaciones y las opciones de pescado. “En los últimos años se han incorporado al mercado otros pescados y ya no solo tenemos merluza, reineta y salmón, que por años fueron las clásicas opciones. Tenemos tilapia que tiene un costo bastante accesible, es un pescado de bajo contenido graso, pero de rico sabor; también está la merluza austral que es más grande y también está disponible en el mercado, atún fresco y congelado, que es totalmente distinto al que viene enlatado”, explicó.
Complementó que todos ellos pueden prepararse sin la necesidad de incorporar grasa como al cocinarse a la parrilla, al horno, al vapor o en ceviche.