El proyecto pionero en la región estará albergado en la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas (FCNO) de la Universidad de Concepción (UdeC) y será liderado por la Dra. Allisson...
El proyecto pionero en la región estará albergado en la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas (FCNO) de la Universidad de Concepción (UdeC) y será liderado por la Dra. Allisson Astuya, académica del Departamento de Oceanografía e investigadora de Copas Sur-Austral (Mundo Acuícola).
“Generación de capacidades regionales en la detección de toxinas marinas para fortalecer la seguridad alimentaria de las pequeñas y medianas empresas productoras y procesadoras de moluscos de la Región del Biobío”, es el nombre del visionario proyecto que ganó el Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC) y que permitirá implementar el primer laboratorio especializado en la toma de muestras de toxinas marinas producidas por microalgas en la zona, beneficiando directamente a pequeños, medianos y grandes empresarios del sector, además de toda la población regional que consume habitualmente productos del mar.
La investigadora de Copas Sur-Austral y académica del Departamento de Oceanografía de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas de la Universidad de Concepción y gestora del proyecto, Dra. Allisson Astuya, nos explicó los detalles del proyecto.
En la región del Biobío, las necesidades que dan vida a este proyecto saltan a la vista. Habitualmente las conserveras y los pequeños productores tienen que enviar sus muestras a análisis fuera de la Región. Y si bien es cierto que las muestras se envían a laboratorios acreditados, que son parte de la red de apoyo de las instituciones que certifican, por ejemplo: el Instituto de Salud Pública y las Seremis de Salud regionales (Ministerio de Salud para consumo dentro del territorio nacional) y Sernapesca ( para recursos de exportación), al no existir un laboratorio especializado en nuestra Región, el proceso se hace más lento y más costoso, perjudicando directamente las capacidades productivas del rubro.
Generalmente las instituciones importantes tienen sobredemanda, entonces las muestras se envían a laboratorios de universidades, como el Laboratorio de Toxinas Marinas (Labtox) del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile con sede en Santiago y Castro, y el Centro Regional de Análisis de Recursos y Medio Ambiente (Ceram), de la Universidad Austral de Chile, con sede en Puerto Montt. Con ejemplos como estos se ha ido potenciando a las universidades para que presten sus servicios.
“Nosotros levantamos información en las pyme regionales y ellos ven con buenos ojos tener un laboratorio especializado en la región del Biobío, porque los existentes en Chile a pesar de cumplir con la norma, no representan la mejor opción para los productores locales, debido a los tiempos de espera de los resultados”, dice la Dra. Allisson Astuya.
Otro aspecto importante a considerar es que en la región del Biobío no hay eventos de marea roja. Las microalgas están, pero no han generado las condiciones para que se produzcan esos eventos.
“Los productores toman todo lo que extraen, lo envasan y envían las muestras mientras están haciendo los procesos y se han encontrado con que a veces les detienen la producción y han perdido todo lo envasado. Y el problema es que no todo lo envasado es extraído en la región del Biobío. Así, por ejemplo, para cumplir las cuotas a veces traen productos de Puerto Montt, donde sí hay riesgo de marea roja. Cuando esto sucede puede aparecer la detección de toxinas positivas, y por ende, se puede parar la producción. En ese sentido, los productores saben de dónde vienen los recursos, los separan y podrían hacerles un seguimiento a sus muestras si tuvieran acceso a un laboratorio regional”, recalca la Dra. Astuya.
En la región del Biobío hay cinco productores, considerados como pequeños debido a su número de trabajadores. Están ubicados en Contulmo, LLico, Arauco y Tubul. Al mismo tiempo, existen unas 400 medianas empresas en la región del Biobío, ubicadas principalmente en Lebu, Lota, Coronel y Tirúa.
“El grupo objetivo considerado en esta propuesta son las pequeñas y medianas empresas productoras, buzos, pescadores y procesadores de moluscos en la región del Biobío (Pymes Pesquero – Miticultor), entre los cuales consideramos Granja Marina Cabrera y Guaquin Ltda, Acuimarc con producciones en Bahía Coliumo y Cultivos Enrique Salas en Caleta Llico, Sindicatos de pescadores Llico, Alejandro Leal ubicado en Laraquete. Además de grandes empresas del rubro como conserveras de moluscos”, explica la Dra. Astuya.
Desde el punto de vista de la exportación, aquí solo hay una zona de exportación reconocida y Sernapesca está tratando de abrir una segunda zona en Tubul y actualmente están en estudio –al menos- unas cuatro zonas más.
Los buzos autorizados (unos 1.000) también necesitan un laboratorio que permita analizar los productos que venden o los recursos que extraen de una nueva zona.
Otros actores relevantes que se beneficiarían del quehacer de este nuevo Laboratorio, serían las empresas del rubro gastronómico –al menos unas 50 en la zona- que requieren el servicio. Pero además están los potenciales consumidores de esos restaurantes.
Si consideramos a todos estos usuarios, la necesidad parece clara, ya que aumentará el número de mediciones mensuales y debe existir un laboratorio que entregue de forma oportuna los resultados. “Las técnicas que hoy existen también tienen un costo elevado. Lo que ofrecemos en ese proyecto es tener las técnicas que permitan certificar un producto para ser igual que en todo Chile. En el fondo: reconocidos por el Instituto de Salud Pública, con quienes colaboramos y el Ministerio de Salud que está interesado en que nosotros acreditemos este laboratorio para que podamos pasar a ser parte de su red de apoyo”, explica la Dra. Allisson Astuya.
Componente educativa y asistencia técnica
Esta propuesta va mucho más allá de la prestación de servicios. En este caso, las pyme se interesaron no solo en la posibilidad de contar con un moderno laboratorio con estas capacidades en la región del Biobío, sino también en una iniciativa capaz de transferirles conocimientos, es decir, de enseñarles cómo tomar las muestras, cómo se mantienen y qué significa que tengan más o menos toxinas, entre otras.
“Esta componente educativa es un valor agregado de este nuevo laboratorio regional, ya que de esta manera los productores saben cuáles son los riesgos y tienen un interés por aprender más”, señala la Dra. Allisson Astuya.
Para lograr este cometido, el proyecto comprometió una serie de talleres formativos que fortalezcan el nivel de conocimiento en los usuarios. Entre estas iniciativas destacan las siguientes acciones: capacitación de profesionales en la detección de toxinas marinas, métodos oficiales y nuevas metodologías de screening, talleres de divulgación sobre los tipos de toxinas marinas presentes en la Región, las potenciales toxinas emergentes y las metodologías de detección de referencia e innovadoras, y capacitación sobre el manejo de moluscos contaminados potencialmente riesgosos para la seguridad alimentaria y toma de muestras para la detección de toxinas marinas, entre otras.
Actualmente la región del Biobío está incluyendo el fortalecimiento de estas áreas dentro de sus planes estratégicos y el financiamiento de proyectos como éste con un desarrollo de 30 meses son señales positivas de avances al respecto.
Al término de este proyecto FIC, la región del Biobío contará con un Laboratorio de Detección de Toxinas de acuerdo al Programa Nacional de Vigilancia. “Como indicador de éxito de estas propuestas es que vamos a tener un Laboratorio Regional de Detección de Toxinas Marinas reconocido por las autoridades”, enfatiza la investigadora, directora de la iniciativa, Dra. Allisson Astuya.
Entre los recursos que serán analizados por este nuevo laboratorio se cuentan choritos y almejas. El equipo también implementará la detección al recurso Loco, que si bien es cierto no se alimenta de microalgas, sí lo hace de choritos, acumulando un alto porcentaje de toxinas.
Este I+D considera la implementación de nuevas herramientas para la detección de toxinas tales como nuevos bioensayos que reemplacen el bioensayo ratón basado en bioensayos celulares (desarrollado por la Dra. Allisson Astuya) y en pez cebra (Dra. Alejandra Llanos), marcadores moleculares para microalgas tóxicas (Dr. Fernando Cruzat) además de las técnicas analíticas (Dra. Claudia Pérez), todos investigadores de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas UdeC
En conclusión, el laboratorio permitirá tener un control de la bioseguridad en la región, a través de la instalación de una unidad de análisis de muestras como una Unidad de Servicio de la UdeC para la región del Biobío.