Estudiar estos procesos de adaptación y conectividad nos da una idea de cómo estas especies pueden responder a los cambios ambientales
Un equipo de investigación de la Universidad de Barcelona ha señalado que los cambios ambientales, como los provocados por el calentamiento climático, pueden tener un profundo impacto en los ecosistemas marinos.
Por lo tanto, es vital recopilar información tanto biológica como ecológica, con respecto a las principales especies, para predecir y mitigar los impactos potenciales de estos cambios en la distribución, abundancia e interacción de estas especies de erizos de mar.
¿Cómo se llevó a cabo este estudio?
Este estudio ha sido liderado por Marta Pascual, profesora de la Facultad de Biología, miembro del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IBRio) de la Universidad de Barcelona y profesora de investigación del CSIC en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC), ha analizó la estructura genética de una especie clave en los ecosistemas litorales someros del Mediterráneo: el erizo de mar negro (conocido científicamente como Arbacia lixula).
Los resultados, publicados en la revista Frontiers of Marine Science, confirmaron que el calentamiento global podría tener un impacto notable en esta especie, ya que su población sufre un mayor impacto por la salinidad que por la temperatura.
¿Qué significa esto para la población de erizos de mar negro?
Según el equipo de investigación, este descubrimiento ilumina los impactos potenciales del cambio climático en una especie ecológica clave e indica la vulnerabilidad de la especie de erizo conocida como ‘Paracentrotus lividus’.
“En el Mediterráneo, hay principalmente dos especies de erizos de mar en la zona litoral: la especie comestible Paracentrotus lividus y el erizo de mar negro, Arbacia lixula, que no comemos. Se trata de especies bioingenieras, ya que pueden moldear los ecosistemas donde viven gracias a sus dietas”, comenta Creu Palacin, miembro del IRBio y del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales.
Los estudios de estructura poblacional permiten a los investigadores conocer el nivel de conectividad entre poblaciones y, por tanto, la capacidad dispersiva de las especies en el área de estudio. Además, también permiten a los científicos establecer qué variables ambientales tienen una mayor influencia en esta estructuración y suponen un mayor reto de adaptación.
“Estudiar estos procesos de adaptación y conectividad nos da una idea de cómo estas especies pueden responder a los cambios ambientales”, explica Carlos Carreras, primer autor del artículo y miembro del Departamento de Genética, Microbiología y Estadística, y también miembro del IRBio.