Explicó reciente investigación sobre los tratamientos antiparasitarios contra el Caligus y sus posibles riesgos ambientales.
Hoy finaliza el evento internacional Sea Lice Online 2021, instancia provisional al Sea Lice Conference 2022, y que tiene como objetivo mantener la interacción y el flujo de información entre la comunidad dedicada a la investigación y manejo del piojo de mar.
Ayer miércoles se desarrolló la segunda jornada del seminario internacional Sea Lice Online 2021, en cuyo eje temático “Impactos ambientales y responsabilidad social» participó el Coordinador de Investigación de Intesal, Felipe Tuca, con la exposición «Antiparasitic treatments and potential environmental risks».
El también Doctor en Ciencias Ambientales de la Universidad de Concepción inició su intervención señalando las principales consecuencias del Caligus rogercresseyi en el contexto local y los métodos de control farmacológico por parte de la industria.
«El Caligus representa la enfermedad parasitaria más común en el sur de Chile, produciendo hemorragias, daños en la piel, vulnerabilidad a enfermedades secundarias, estrés en la especie hospedadora y pérdidas económicas importantes en la industria salmonera. Las alternativas farmacéuticas para combatirlo en Chile son, en tratamientos de baño, azametifos, hexaflumurón, junto a los piretroides cipermetrina y deltametrina. Por otro lado, en las formulaciones nutricionales figuran Benzoato de Emamectina, diflubenzurón y lufenurón».
Posteriormente, el investigador hizo hincapié en la importancia de comprender qué se entiende por riesgo ambiental y cómo articular la información bibliográfica respecto a ecotoxicidad con los datos de monitoreo.
«El riesgo ambiental se entiende como la relación potencial entre la evaluación de la exposición y la evaluación de los efectos. Después que se define la caracterización del riesgo, el monitoreo es una buena herramienta para definir la evaluación de la exposición. En nuestra experiencia hemos determinado una concentración medioambiental , y si tenemos una concentración superior a la toxicidad, es posible definir riesgo en el medioambiente marino», explicó.
Así fue como presentó un estudio enfocado en el uso de los piretroides cipermetrina y deltametrina en agua mar, el cual se realizó en 4 centros de cultivo en la región de Los Lagos, gestionándose su medición posterior a un tratamiento por Caligus, con en un radio máximo de 500 metros.
«Se tomaron muestras de agua y sedimentos en el mar, usando una estrategia de muestreo cruzado para definir la distribución de los químicos alrededor de las jaulas de salmones. En esa oportunidad utilizamos un modelo de dispersión lagraniana de acuerdo a las corrientes dominantes en cada área y también utilizamos muestreadores pasivos para definir la fracción disuelta en la columna de agua», detalló.
Respecto a los resultados, los sedimentos de Cipermetrina y Deltametrina, se encontraron con una concentración de hasta 4 y 6 nanogramos por gramo de piretroide residual respectivamente, donde la cifra de esta última podría significar un riesgo para ciertos organismos bentónicos.
Asimismo, se analizó la distribución espacial de los productos químicos en las balsas jaulas, la cual varió dependiendo de la velocidad de las corrientes y profundidades.
En cuanto a las concentraciones en agua, se identificó una concentración de hasta 13 nanogramos por litro para Cipermetrina y 4 para Deltametrina. Mientras la primera podría significar un riesgo para algunos crustáceos a mayor cercanía de las jaulas de cultivo, la segunda se ubicó por debajo de los límites de sensibilidad de dichos organismos.
Sin embargo, Tucca aclaró que las pruebas de sensibilidad corresponden a ensayos de laboratorio, por lo que no necesariamente reflejan las condiciones in situ.
«Es necesario entender los escenarios complejos de exposición a químicos antiparasitarios de organismos marinos. Los tiempos de exposición o concentraciones son dinámicos y por ello no necesariamente se representan con las pruebas de laboratorio. Muchas de las condiciones ambientales son específicas del sitio y, por lo tanto, la variabilidad en términos de las concentraciones medidas depende del período de muestreo y la estrategia de monitoreo».
«El conocimiento sobre el comportamiento de los productos químicos es clave, así como el desarrollo de pruebas de ecotoxicidad in situ para una mejor comprensión de los efectos realistas sobre las especies no objetivo, especialmente las especies de crustáceos», agregó.
Para finalizar, remarcó en la importancia de avanzar hacia una mirada ecosistémica respecto al uso de antibióticos, considerando variables como el aumento de asentamientos urbanos (fuentes de contaminación de ocupaciones emergentes, la interacción de múltiples productos químicos); cambio climático (acidificación del océano, alta temperatura, menor oxígeno); vigilancia a largo plazo de sustancias químicas; y participación colaborativa entre diversas disciplinas.