Investigadora INCAR de la línea “Sustentabilidad Socioeconómica” se refirió a la importancia de las personas en el desarrollo de la acuicultura y como esta contribuye a alcanzar algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
«Pareciera ser que la acuicultura es asociada principalmente con recursos marinos y con el ambiente, y en menor medida con las personas. Sin embargo, desde un enfoque ecosistémico las personas sí son relevantes y deben ser consideradas en los diferentes análisis de esta actividad», recalcó Investigadora adjunta de la línea “Sustentabilidad Socioeconómica” de INCAR.
En el marco del Día Mundial de los Océanos, durante esta semana el Centro Interdisciplinario para la Investigación Acuícola (INCAR) ha estrenado una serie de cápsulas audiovisuales, denominadas “Interdisciplina para la Sustentanbilidad de los Océanos”, siendo publicada el día de ayer la presentación «El Impacto de la acuicultura en el bienestar humano», a cargo de la Investigadora Adjunta de la línea «Sustentabilidad Socioeconómica» Dra. Marjorie Baquedano.
Primeramente hizo mención a la marcada tendencia al alza de la producción acuícola y el consumo de productos del mar, aspectos que se relacionan con dos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
«Por eso, la acuicultura tienen un impacto directo en la reducción del hambre y en la reducción de la pobreza, en la medida que asegura la provisión de alimento para la población mundial, lo que es muy relevante pues se trata de satisfacer una de las necesidades más básicas de la humanidad», señaló Baquedano.
Posteriormente, destacó que existe un consenso respecto a que los alimentos provenientes de la acuicultura (especialmente el cultivo de peces) son una rica fuente de proteínas, grasas saludables y micronutrientes como la vitamina A, Zinc, Calcio y Hierro. Asimismo, valoró la baja huella ecológica de la actividad acuícola en comparación con otras fuentes de producción de proteína. La acuicultura también ayuda a la mejor salud y bienestar de las personas.
«Los productos que se cultivas a través de la acuicultura son valiosos para el crecimiento adecuado de los niños y su desarrollo cognitivo. Además, existe evidencia que favorece el traspaso de nutrientes en la lactancia a través de las madres que consumen este tipo de productos. En tanto, en pacientes con VIH, la ingesta regular productos del mar disminuiría su posibilidad de infectarse con ciertas bacterias», explicó.
Por otra parte, la investigadora apuntó que la acuicultura también es una fuente de ingresos, por lo que hay un beneficios socioeconómico directo para las personas que se dedican a esta actividad.
«Según la FAO, desde 1995 al 2018 el número de personas empleadas en el sector acuícola ha ido en un alza sistemática, a diferencia de las personas empleadas en la pesca donde existe una estabilización», detalló.
En ese mismo sentido, Baquedano especificó que algunas investigaciones indican que en hogares de Asía cuyos jefes de familia se dedican a la actividad acuícola tienen 1,5 veces más ingresos que los que se dedican a otras actividades.
«También se observa hogares dedicados a la acuicultura pueden vivir de estos recursos en tiempos de crisis, representando en algunos casos un segundo ingreso, lo que hace que puedan salir de un nivel de vulnerabilidad y tener un mejor pasar».
Finalmente, destacó la participación de la mujer en la acuicultura, cuyo escalamiento es beneficioso para la equidad de genero en la industria.