El hallazgo fue realizado en la localidad de Bahía Inglesa, ubicada al Norte de Chile y los científicos postulan que este tiburón se habría extinguido en nuestra región debido a un cambio climático ocurrido en el pasado.
“Es el primer registro fósil que se describe e ilustra. Los dientes del tiburón sierra no suelen ser muy abundantes en comparación a otros tiburones, ya que suelen ser más frágiles y pequeños”, destaca el Dr. Jaime Villafaña, investigador del Centro Científico CEAZA y la Universidad de Viena.
Un grupo de investigadores, analizó por primera vez el registro fósil de un diente de tiburón sierra del género Pliotrema extinto hace 2.6 millones de años y que habitó las costas de Chile cuando las condiciones climáticas tropicales de ese entonces favorecieron su existencia.
Sin embargo, se cree que una disminución de la temperatura provocó su extinción en este punto del planeta. Actualmente es posible encontrar las tres especies de este género sólo en Madagascar y Sudáfrica. (Pliotrema annae, P. kajae y P. warreni)
De acuerdo a lo señalado por el Dr. Jaime Villafaña, investigador del Centro Científico CEAZA y la Universidad de Viena, el estudio de este fósil presenta características propias del género Pliotrema, pero también posee rasgos que lo diferencian que hacen pensar que se trataría de una especie que sólo vivió frente a las costas de Chile.
“Nos dimos cuenta que el diente de este tiburón sierra tenía una morfología levemente diferente a todos los dientes descritos para especies fósiles y actuales. El borde posterior del diente de este tiburón presenta unas sierras, que son menos pronunciadas que cualquier especie descrita», cuenta.
“Esto nos hace pensar que este tiburón podría ser una especie que solo vivió en las costas de Chile. Sin embargo, para estar seguros es necesario buscar y estudiar más material”, indica el científico del CEAZA y la Universidad de Viena.
Un pequeño depredador
El tiburón sierra se caracteriza por poseer una cabeza alargada con estructuras parecidas a dientes en forma de sierra y que le dan su nombre.
“Más que dientes, se trata de “espinas rostrales” que son características de este grupo en tiburones que usan su rostro de manera defensiva para aturdir a sus presas y así alimentarse”, detalla el Dr. Villafaña.
Lo que se sabe hasta el momento, es que el fósil de diente corresponde a un tiburón sierra muy parecido a las especies actuales. Asimismo, se estima que el tamaño de estos tiburones podría haber alcanzado 1.70 m de largo.
“Era un tiburón pequeño en comparación con otros grandes depredadores que vivieron en el mismo periodo. Por ejemplo, tenemos registros fósiles de tiburones blancos, los que llegaron a medir entre 5 y 6 metros de longitud y también registros del tiburón gigante, el Megalodón, que también vivió en Caldera y se estima que pudo haber medido hasta 16 metros de longitud”.
El pasado tropical de Chile
El diente analizado proviene de sedimentos de la Formación Bahía Inglesa en la ciudad de Caldera, en un intervalo de tiempo de hace 15 a 3.6 millones de años. En ese entonces, el tiburón sierra habitó en un ecosistema propio de climas tropicales, junto a una amplia diversidad de animales marinos tales como ballenas, focas, aves e incluso cocodrilos. “Esto lo sabemos gracias a restos fósiles que hemos encontrado en el área”, puntualiza el Dr. Villafaña.
“Creemos que su extinción regional fue causada por un conjunto de varios factores, destacando principalmente la reducción en la temperatura que afectó nuestro planeta hace alrededor de 2 millones de años atrás, este cambio en las condiciones ambientales pudo haber provocado que este tiburón desapareciera de las costas de Chile y prefiriera condiciones más cálidas como en Sudáfrica”, detalla.
Sin duda que el presente estudio abre muchas interrogantes, pero ahora es posible confirmar que efectivamente, el tiburón sierra de este género habitó las costas de Chile, ya que hasta el momento solo había sido posible encontrar evidencias de su existencia pasada en localidades fosilíferas de Estados Unidos y Sudáfrica.
Esta investigación fue posible gracias al trabajo conjunto de científicos de diversas instituciones: Maurice Guicharrousse-Vargas (Museo Paleontológico de Caldera),Jaime Villafaña (Universidad de Viena, CEAZA), Jorge Carrillo-Briceño (Universidad de Zürich), Pablo Oyanadel-Urbina (CEAZA), Romina Figueroa (Museo Paleontológico de Caldera), José Pérez-Marín (Consejo de Monumentos Nacionales), Marcelo Rivadeneira (CEAZA, UCN, ULS) y Jürgen Kriwet (Universidad de Viena).