Fortalecer las capacidades técnicas, productivas, organizacionales y comerciales de dos plantas pesqueras de pequeña escala, lideradas por mujeres en Valdivia, son el foco del proyecto Corfo, “Aumento en la competitividad de plantas pesqueras artesanales bajo el estándar de comercio justo”, ejecutado por Fundación Cocinamar.
Fortalecer las capacidades técnicas, productivas, organizacionales y comerciales de dos plantas pesqueras de pequeña escala, lideradas por mujeres en Valdivia, son el foco del proyecto Corfo, “Aumento en la competitividad de plantas pesqueras artesanales bajo el estándar de comercio justo”, ejecutado por Fundación Cocinamar.
Dominga Huichalaf es una emprendedora reconocida en el rubro de la pesca artesanal. Junto a sus hijas administra el restaurant “La Minga” en Niebla, el cual, producto de la pandemia tuvo que cerrar temporalmente sus puertas, funcionando actualmente sólo mediante reparto de productos del mar, procesados en su sala de elaboración.
Este emprendimiento familiar cuenta con una pequeña planta de proceso certificada por el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura, en la cual procesan pescados y mariscos para vender en formato de carne congelada y sellados al vacío, además de pescados ahumados como róbalo y sierra.
Mediante el proyecto “Conecta y Colabora” de Corfo, se habilitará la infraestructura de la planta con objetivo de que aumente su productividad. “A la planta de Dominga se le mejorará la sala de ahumados, mediante la construcción de dos ahumadores, lo que permitirá aumentar su capacidad de producción, almacenamiento y comercialización. Además, la cocina de su restaurant “La Minga”, se habilitará con piso de cerámica para solicitar su funcionamiento como envasadora y que ella pueda trabajar en sus conservas”, explicó Griselda Ilabel, directora de la iniciativa y de la Fundación Cocinamar.
A esto, Ilabel agregó que se les proveerá de implementos para despinar y limpiar de una manera más eficiente. Ya que, como señala, “todo el trabajo de la planta se realiza de forma manual, lo que implica mayor tiempo y esfuerzo por parte de la emprendedora”. Para mejorar estos procesos, se realizará la compra de una hidrolavadora, que limpiará las bandejas de residuos de pescado de forma más rápida y eficiente, y una congeladora para almacenar recursos que se extraen en esta temporada.
“Hace tiempo que necesitaba los ahumadores. Voy a poder ahumar el doble de pescados de una vez. Cuando tenía que ahumar harto en el día, pasaba el día entero haciéndolo, entonces ahora lo haré en la mitad de tiempo. Esto nos va a servir para seguir creciendo y para tener un mayor volumen de producción”, destacó Dominga Huichalaf.
En Caleta El Piojo, Elsa Neira tiene una pequeña planta de procesos donde trabajan 4 personas que procesan 200 kilos de materia prima al día. Se trata de un emprendimiento familiar que comercializa navajuelas precocidas y congeladas. “A la planta de proceso de Elsa se le realizó un mejoramiento de la infraesctructura, enfocado principalmente en el área sucia, donde está el cocedor, que también queremos cambiar para mecanizar un poco el proceso. Además, se le está instalando luz eléctrica dentro de la planta, lo que permitirá eventualmente trabajar por turnos y mejorar la productividad”, indicó Griselda Ilabel.
Ambas plantas forman parte del piloto de comercio justo para mercado nacional, bajo el estándar de pesca de captura Fair Trade Certified, para la pesquería de navajuela, en proceso de certificación. El sello Fair Trade USA (Comercio Justo) es una certificación de pesquerías con criterios sociales sumados a los económicos y ambientales y desarrollados primordialmente para las pesquerías de pequeña escala de países en desarrollo.
Comercio Justo para la pesca artesanal
Las plantas de proceso de pequeña escala presentan, en general, una serie de brechas que dificultan su operación en el competitivo mundo de comercialización de productos del mar, debido a que su operación está basada en el trabajo manual y a que no cuentan con el equipamiento adecuado.
“Todas las máquinas y equipos que existen para pesca son muy grandes para el tamaño y la operación de las plantas pesqueras de pequeña escala”, señala Ilabel. Sin embargo, “compiten con empresas o con intermediarios que compran en grandes cantidades y estas plantas pequeñas, para abastecerse, pagan un mejor precio a los buzos y pescadores. Entonces, ya trabajan con algunas nociones de comercio justo, venden bien su producto y saben lo que vale”, indicó la directora de la iniciativa.
“Avanzar en comercio justo en pesquerías no es fácil, es una certificación cara, pero esperamos que al aprobar la auditoría en los próximos meses, podamos avanzar hacia el estándar comercial y exista la posibilidad de que pequeñas plantas pesqueras como las que apoya esta iniciativa, puedan acceder a él. En marzo se realizarán capacitaciones en comercio justo con el apoyo de Araucanía Hub, para seguir fortaleciendo el modelo y avanzar en este camino que iniciamos el año pasado, con el apoyo de Fomento Los Ríos, Resources Legacy Fund, Fair Trade Usa y la consultora APP Chile, quienes tienen la titularidad del sello Fair Trade Certified”.