Científicos recuperaron una trampa de sedimentos, que entregó datos de otoño y principios de invierno, época donde no suele haber investigación en el continente blanco. Los registros obtenidos se...
Científicos recuperaron una trampa de sedimentos, que entregó datos de otoño y principios de invierno, época donde no suele haber investigación en el continente blanco. Los registros obtenidos se consideran únicos (Mundo Acuícola-Centro Ideal).
En el verano de 2019, un grupo de científicos chilenos y extranjeros llegó hasta Bahía Sur, Isla Doumer, Antártica, para instalar un sistema de monitoreo que les permitiría obtener datos durante doce meses de las características físicas, químicas y biológicas del agua en profundidad. Con ello podrían estudiar el efecto del aporte de agua dulce producto del derretimiento de los glaciares en bahías antárticas.
Se trata de investigadores del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh) y del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) de Barcelona, España, quienes lograron recuperar después de un año, en febrero de 2020, una trampa de sedimentos, instrumento oceanográfico que quedó sumergido a 200 metros de profundidad. El rescate se realizó en el marco de la Expedición Científica Antártica (ECA) 56 organizada por el Instituto Antártico Chileno (INACh).
La trampa de sedimento es un cilindro que captura el material particulado que cae durante un intervalo de tiempo sobre un área del fondo del mar. La información que entrega ayuda a cuantificar el flujo y tipo de partículas en la columna de agua. Los científicos escogieron Bahía Sur para su instalación, debido a que es una zona que posee gran influencia glaciar y oceánica y, por lo tanto, representa muy bien las condiciones ambientales polares. Además de ello, se encuentra en la Península Antártica donde el efecto del calentamiento global es más evidente que en muchas regiones del mundo.
Los registros obtenidos cobran especial relevancia debido a que la mayoría de los trabajos científicos oceanográficos que se han hecho en la Antártica han sido en aguas abiertas. Sin embargo, existe poco conocimiento del flujo de partículas a lo largo de ciclos anuales en sistemas costeros y el potencial impacto que tendrá sobre ellos el retroceso de glaciares, ocasionado en gran medida, por el calentamiento global.
Aunque el plan original contemplaba que la trampa de sedimentos obtuviera muestras durante todo el año, lo hizo solo en el primer semestre, específicamente entre febrero y julio de 2019. Esto debido a que las baterías de litio se agotaron antes de lo esperado.
“Pese al problema de las pilas, es una noticia positiva porque conseguimos registros de todo el otoño y el inicio de invierno, temporada en que casi no se muestrea en la Antártica. Bahía Sur es una zona en la que el deshielo está generando cambios rápidamente. Desde esa perspectiva, este conjunto de datos es muy valioso y único porque representa una temporada que ha sido poco estudiada”, explica el investigador del ICM-CSIC y líder del rescate, Dr. Enrique Isla. “Una vez que analicemos la muestras, esperamos encontrar información que nos ayude a entender mejor cómo se comporta este ecosistema en el periodo de transición entre el verano e invierno, cuando la maquinaria biológica empieza a bajar su ritmo de producción y dinámica”, agrega.
Corrosión de equipos
No obstante, la trampa de sedimentos fue rescatada con éxito, los investigadores debieron sortear contratiempos propios de realizar actividades científicas en el mar. El anclaje en el que se instaló el instrumento oceanográfico llevaba, además, sensores de temperatura, salinidad y oxígeno y un sensor de presión de dióxido de carbono.
Uno de los grilletes que mantenía unido estos equipos a la línea principal del fondeo se destruyó completamente debido a la corrosión. A raíz de ello, los dispositivos se desprendieron y, por lo tanto, se perdieron valiosos datos que ayudarían a entender la dinámica de los ecosistemas marinos de las bahías antárticas.
“A pesar de la pérdida, trataremos de anclar en la siguiente campaña de verano 2021 un nuevo set de sensores que nos permitan informar sobre el rol de la fotosíntesis en la absorción de carbono por parte de ambientes costeros de la Antártica”, concluyó el oceanógrafo del Centro IDEAL, Dr. José Luis Iriarte.