La destacada científica y fundadora de Mission Blue, Sylvia Earle, participó en COP25 de un panel ad hoc realizando un urgente llamado: “Tenemos que hacer todo lo posible por proteger...
La destacada científica y fundadora de Mission Blue, Sylvia Earle, participó en COP25 de un panel ad hoc realizando un urgente llamado: “Tenemos que hacer todo lo posible por proteger este territorio mientras estemos a tiempo de hacerlo” (La Prensa Austral).
Patagonia, como un refugio climático. Esa fue la premisa debatida por científicos durante la COP25, en Madrid, quienes resaltaron que sus mares ofrecen un verdadero resguardo para la vida marida y que este territorio es un depositario de una enorme biodiversidad, con ecosistemas únicos y resilientes. La propuesta de muchos fue generar un modelo de conservación marino-terrestre que aporte a detener los efectos del calentamiento global.
En este evento expuso la destacada científica y fundadora de Mission Blue, Sylvia Earle, quien ha recorrido la Patagonia chilena y ha destacado constantemente la importancia de uno de los últimos grandes territorios prístinos que quedan en el mundo y la urgencia de preservarlo por el bien de la humanidad. “Tenemos que hacer todo lo posible por proteger este territorio mientras estemos a tiempo de hacerlo”, alertó.
En el pabellón Chile de la COP25 se realizó el evento paralelo “Patagonia chilena, refugio para el cambio climático y laboratorio natural para la ciencia”, en la que representantes del mundo científico, académico, comunitario y de la sociedad civil expusieron el pasado miércoles en este panel, para analizar información sobre biodiversidad, cambios globales, conservación, patrimonio cultural y comunitario de este territorio, visualizado como un refugio frente al actual escenario de cambio climático.
Este evento se realizó como colaboración entre el programa Austral Patagonia de la Universidad Austral de Chile y el grupo de trabajo Patagonia Mar y Tierra (PMT) conformado por WWF-Chile, Fundación Omora, Fundación Melimoyu, Aumén, Fundación Terram, Centro Ballena Azul, Puelo Patagonia, y The Pew Charitable Trusts, quienes, aportando desde diversas experiencias, abogan por la conservación de la Patagonia chilena -tanto en sus territorios terrestre como marino- enfatizando en la creación, ampliación e implementación efectiva de áreas protegidas.
“Desde Patagonia Mar y Tierra creemos que generar un modelo de conservación marino-terrestre en la zona austral de Chile puede ser un ejemplo de desarrollo distinto: por una parte, protegemos y conservamos ecosistemas únicos, y, por otro lado, generamos un modelo de trabajo y de economía local que puede ser replicable en otras partes de Chile y el planeta”, expuso la directora ejecutiva de Terram y parte del grupo PMT, Flavia Liberona.
En tanto, el investigador del Programa Austral Patagonia de la UACh y presidente del Centro Ballena Azul, doctor Rodrigo Hucke, indicó que la COP25 nos está empujando a mirar al océano como un aliado, ayudando a los ecosistemas costeros no sólo a adaptarse a la crisis climática, sino que también a mitigar los efectos de ésta. “En la Patagonia hemos descubierto un refugio de vida marina. Pero hoy también la estamos descubriendo como un refugio climático para la biodiversidad, donde las ballenas podrían actuar como grandes sumideros de carbono tanto por sus ciclos biológicos como por su biomasa”, revela.
En ese sentido, la Patagonia es uno de los territorios que cuenta con ventaja respecto de otros, como Europa, afectada por incendios y olas de calor. Además, las aguas de la Patagonia retienen carbono, algo central en la lucha contra el calentamiento global, resalta. «La Amazonía, por ejemplo, fue un refugio climático durante la última glaciación. No le afectó tanto. Por lo tanto, se convirtió en un refugio para muchas especies, que al competir por habitar este nuevo lugar, lo transformaron en un centro de biodiversidad global. Lo mismo puede pasar con Patagonia, en mar y en tierra, donde animales y plantas encuentran condiciones apropiadas para seguir subsistiendo», resalta.
Es por eso que es importante la conservación de sus condiciones, ya que si bien el 40% a 50% de la Patagonia en tierra firme está bajo algún tipo de protección dentro del sistema de áreas protegidas del Estado, en muchos parques naturales o reservas naturales hay muy poco monitoreo. «Muchas no tienen área de manejo ni financiamiento para eso», lamenta Hucke, ya que si bien “hay algunas iniciativas con Pew y Tumpkins Conservation con un fondo para aportar a la fiscalización, pero mayormente es la ley de la selva. Se siguen otorgando licencias para la salmonicultura. Falta mucho por hacer», subraya.
En esa línea lamenta que actualmente, “no hay más de un 4% de áreas protegidas, más allá de la recientemente creada área protegida en Magallanes, con el Mar de Drake y las Islas Ramírez”, advierte.
Para Pamela Mayorga, representante de la comunidad de Chaitén e integrante de la organización Yene Purrun We, “hoy más que nunca, y bajo un clima cambiante, necesitamos figuras de conservación que respeten el medio ambiente. Así las ECMPO (Espacio Costero Marino de Pueblo Originarios), les permiten a las comunidades un desarrollo sustentable, que mejoraren las brechas de desigualdad de la pobreza y desamparo de las zonas extremas de la Patagonia, así como también, formen un cerco de protección frente a la industria extractiva que depreda el mar y entrega externalidades negativas a las comunidades”, presentó.