Pescadores advierten con preocupación que la extracción del recurso está siendo cada vez más sacrificada, ya que se debe ir a puntos más distantes para obtenerla (La Prensa Austral). La...
Pescadores advierten con preocupación que la extracción del recurso está siendo cada vez más sacrificada, ya que se debe ir a puntos más distantes para obtenerla (La Prensa Austral).
La centolla (Lithodes santolla) ha sido y es uno de los productos estrella de la industria exportadora local. Tanto así, que su apetecida carne llega a potencias como China, cliente importante por ejemplo para Bakkavor, empresa procesadora de este crustáceo en Porvenir desde donde envía el producto entero, acción que suma a los diversos volúmenes que son despachados en menor cuantía a Hong Kong, Taiwán, Malasia, Tailandia y Brasil, entre otras naciones.
Al revisar en términos generales las estadísticas de ProChile, se advierte que durante 2014 las exportaciones de centolla desde Magallanes totalizaron US$43,33 millones, cifra que experimentó dos bajas seguidas en 2015 (US$33,17 millones) y 2016 (US$28,33 millones), para luego repuntar en 2017 (US$30,28 millones) y 2018 (US$37,81 millones) denotando una tendencia alcista ‘equilibrada’, si se quiere.
Un dato llamativo a propósito de valores, es que -según señala Sernapesca-, la centolla entera congelada puede superar en el extranjero fácilmente los $20.000 por kilo.
No obstante el buen precio, hay quienes desde una mirada de la pesquería artesanal advierten con preocupación que la extracción del recurso está siendo cada vez más sacrificada, ya que se debe ir a puntos más distantes para obtenerla. Actualmente, las travesías a faena se expresan en, a lo menos, 40 ó 60 horas de navegación a distintos puntos de la región, con todo el desgaste físico, psicológico y de salud que ello implica, donde además está la dificultad para encontrar centollas que presenten, como mínimo, un tamaño de 12 centímetros -en lo que se refiere al diámetro de su caparazón-, lo que acota el rango de búsqueda.
En la caleta
Pedro Barría Barría, ancuditano que llegó a Punta Arenas el año 2000, cuenta mientras prepara en la caleta de Barranco Amarillo su ida a faena, que la disponibilidad del crustáceo es sumamente compleja por estos días. “Por un lado, es efectivo que el área de extracción es bastante extensa en Magallanes, pero en la práctica, estamos ante un recurso muy escaso. A mi juicio, la centolla debiera tener una veda más prolongada porque cada vez es más difícil extraerla, acrecentado este problema cuando hay que pensar en el precio de venta que se busca conseguir -desde los $8.000 por kilo en el mejor de los casos-, que es un valor privativo para muchas personas, costando por ende comercializarla”.
El trabajador agregó que el extender la prohibición de captura propiciaría una explotación verdaderamente sustentable. “Eso sería más que necesario que se haga, queremos que nuestros hijos puedan también cuando grandes dedicarse a la centolla o siquiera poder conocerla y probarla, como es el privilegio que tenemos nosotros hoy. Según algunos todavía quedan centollas, pero consideremos que cuando se comenzó a trabajar, las encontrabas en esta misma bahía y ahora ya tenemos que ir hasta Puerto Williams y más allá incluso”, recalcó.
El más reciente período extractivo comenzó en julio y se extiende hasta finales de noviembre próximo, luego de lo cual a partir de enero hasta junio de 2020 tendrá lugar la veda respectiva.