Se estudió el comportamiento del Baúnco, pez que en su etapa juvenil se caracteriza por vivir en roqueríos costeros del norte de Chile y a los 2 años de vida...
Se estudió el comportamiento del Baúnco, pez que en su etapa juvenil se caracteriza por vivir en roqueríos costeros del norte de Chile y a los 2 años de vida migra hacia zonas más profundas (Mundo Acuícola).
Un reciente estudio publicado por la revista Enviromental Pollution, y liderado por el Dr. José Pulgar (Universidad Andrés Bello), informa que ejemplares del pez comúnmente conocido como Baúnco (Girella laevifrons) aumentan su nivel de estrés, consumo energético, y cambian su conducta natural frente a la luz artificial.
Para conocer los efectos este tipo de luz durante la noche sobre especies marinas, se estudió el comportamiento del Baúnco, pez que en su etapa juvenil se caracteriza por vivir en roqueríos costeros (zona intermareal) del norte de Chile y a los 2 años de vida migra hacia zonas más profundas (submareal).
Según explica el Dr. Patricio Manríquez, investigador asociado al CEAZA y uno de los autores del estudio, todos los organismos que habitan la zona intermareal, aquella cubierta por el mar durante las mareas altas, presentan conductas que se relacionan con la presencia de un reloj interno (ciclos circadianos). “Ese reloj es influido principalmente por factores abióticos tales como la profundidad de la columna de agua, niveles de luz y la interacción con otras especies”.
Resultados
Uno de los principales resultados del estudio, plantea que los ejemplares juveniles de Baúnco muestran incremento de actividad y de consumo de oxígeno, junto con la alteración de sus ciclos naturales cuando son expuestos a luz artificial, en condiciones de laboratorio y durante la noche, con una intensidad de 70 lux. Esta situación es similar a la registrada en condiciones nocturnas, de sectores costeros urbanizados donde habita esta especie.
“El mayor consumo de oxígeno indica que estos animales están estresados y demandando un mayor consumo de energía. Aquellos ejemplares expuestos a contaminación lumínica nocturna dejaron de realizar actividades que típicamente realizan durante horas del día o durante horas de la noche. Comprobamos que aquellos ejemplares mantenidos en condiciones normales de iluminación y oscuridad no alteraron sus actividades”, detalla el investigador.
¿Cuál sería la intensidad de luz artificial adecuada para no interferir en la fauna marina? El Dr. Patricio Manríquez, investigador asociado al CEAZA explica que “lo normal para los peces de ambientes costeros intermarales, es la iluminación que les proporciona la luz de la luna y las estrellas. Iluminación más allá de eso, para estos peces y otros organismos que habitan en estos ambientes, no es normal, todo nivel sobre estas intensidades es una modificación del ser humano”.
El especialista agrega que “claramente la iluminación costera es necesaria en consideración que existen playas que se iluminan durante la noche, existen costaneras, ciclovías y otras infraestructuras en el borde costero. Sin embargo, no necesariamente debieran estar dirigidas hacia la superficie donde habitan los organismos en la superficie de las rocas. Otra cosa es si la iluminación se orienta hacia la arena de una playa que se pretende que opere durante la noche. Hay iluminaciones más amigables”.
El trabajo se enmarca dentro del proyecto FONDECYT 1171056, a cargo del Dr. Cristian Duarte, académico de Departamento de Ecología & Biodiversidad, Universidad Andrés Bello.