Científicos de la Universidad de Granada han participado en un estudio que ha analizado cuánto descendió el nivel del agua en los océanos durante el último máximo glaciar, basándose en...
Científicos de la Universidad de Granada han participado en un estudio que ha analizado cuánto descendió el nivel del agua en los océanos durante el último máximo glaciar, basándose en datos geomorfológicos, sedimentológicos y paleontológicos del fondo marino. Los resultados indican que la bajada más brusca fue de 40 metros hace unos 30.000 años (Agencias Sing).
El último máximo glaciar (LGM, por sus siglas en inglés), ocurrido hace 30.000 y 20.000 años, fue el periodo más frío de la historia geológica reciente de la Tierra. La enorme acumulación de hielo en los casquetes polares hizo que el nivel de los océanos descendiese notablemente y, por tanto, que cambiase la configuración de las tierras emergidas.
Ahora, un equipo internacional de científicos, en el que participa la Universidad de Granada (UGR), ha analizado cuánto descendió el nivel del agua en los océanos de la Tierra durante este periodo gélido. Para ello, ha utilizado datos geomorfológicos, sedimentológicos y paleontológicos del fondo marino.
El trabajo, publicado en Nature, determina con precisión la magnitud y temporización de los cambios del nivel del mar en el LGM. Como resumen de los resultados, los investigadores afirman que, después de una brusca bajada de 40 metros hace 30.000 años, el nivel de mar global se mantuvo bastante estable para volver a caer otros 20 metros hace unos 22.000 años. A partir de ese punto, se produjo una subida lenta del nivel del océano que se aceleró mucho hace unos 17.000 para decelerarse hace unos 7.000 años y llegar lentamente en los últimos metros de subida hasta los niveles actuales.
“El cambio de nivel del mar debido a cambios en el clima es un fenómeno conocido desde el siglo XIX y los valores aproximados del descenso durante el periodo, así como su cronología, se han estimado en las últimas décadas. No obstante, los potenciales indicadores directos del nivel de los océanos en los últimos milenios se encuentran en su mayoría sumergidos a decenas de metros de profundidad y son difíciles de analizar”, explica el catedrático de Estratigrafía y Paleontología la UGR Juan Carlos Braga, uno de los autores del trabajo.
En el estudio, los autores han precisado tanto la cronología como los valores de la variación del nivel global de los océanos durante el último máximo glaciar. “Para ello nos basamos en datos geomorfológicos y sedimentológicos del fondo marino y, sobre todo, en el estudio de los testigos obtenidos en la perforación de 34 sondeos en el subsuelo del margen de la plataforma del Nordeste de Australia, aguas afuera de la Gran Barrera Arrecifal australiana”, destaca Braga.
Perforaciones a 170 metros
Estas perforaciones fueron llevadas a cabo en la Expedición 325 del International Ocean Discovery Program (IODP), un proyecto internacional de exploración de los océanos en el que España participa como socio minoritario. Los testigos, provenientes de profundidades entre 50 y 170 metros por debajo del nivel de mar actual, están mayoritariamente compuestos por restos de corales y algas calcáreas (antiguos arrecifes de coral) que nos permiten conocer la posición del nivel del mar en el tiempo en que vivieron.
La edad de los sucesivos corales y algas ha sido precisada por centenares de dataciones radiométricas (unas 580) con carbono 14 (C-14, isótopo radiactivo del carbono) y con isótopos de uranio/torio. Con estos indicadores de la posición del antiguo nivel de mar y su correspondiente edad se reconstruyen las variaciones de nivel del mar en el NE de Australia a lo largo del intervalo de tiempo analizado. Con estas variaciones “locales” se pueden modelizar, a su vez, las variaciones globales del nivel de los océanos, teniendo en cuenta los ajustes isostáticos; es decir, los cambios verticales de la superficie de la Tierra debidos a la carga/descarga de las masas de hielo y del agua oceánica.
“Los descensos bruscos de nivel de mar detectados durante el último máximo glaciar no son fácilmente explicables en los términos habituales de la dinámica de cambio en el clima”, destaca el catedrático de la UGR. En los intervalos observados de intenso descenso no hay variaciones significativas en la insolación de la Tierra, el CO2 atmosférico o la temperatura superficial del agua en los trópicos. Estos cambios bruscos, y otros observados en el registro geológico, parecen indicar que hay estadios extremos, apenas conocidos, en las transiciones climáticas de cálido a frío y viceversa.
“Identificar con precisión la magnitud y cronología de los cambios de nivel de mar no solo es importante para entender la dinámica del clima global, es también fundamental para entender las conexiones de islas entre sí y con los continentes y poder descifrar migraciones de especies, la nuestra entre otras”, concluye Braga.